Este mismo proceso gestual de composición lo utilizó Esteban Vicente en sus collages,
disponiendo de forma discontinua recortes de papel coloreados que, unas veces tremendamente
hacinados y otras veces ausentes, provocaban un dinamismo interno
propio de las grandes pinturas de la época.
Contrariamente a Rosenberg, Clement Greenberg concebía la obra de arte articulada
alrededor de sus elementos inherentes como la forma, el color o la composición.
De su análisis se podían extraer, según él, tanto principios esenciales como
convencionalismos superfluos que habría que eliminar en pro de su purificación y
perfeccionamiento. El artista, en consecuencia, debía experimentar dentro de los
límites propios de cada medio en lugar automatizar su mímica sobre la tela. Así,
Ad Reinhardt en su Brick Painting (Pintura de ladrillos), 1950 se centró en la construcción
de una estructura conformada por el solapamiento de formas rectangulares
donde lo emocional del gesto fue sustituido por el efecto vibratorio producido
por la combinación de colores, dejando intuir de esa forma la influencia de Paul
Klee7 y la espiritualidad que emanaba de la reflexión del acto creativo.
7 Bernárdez, Carmen; Gutiérrez, Ángel. La Colección del IVAM. Valencia: IVAM; Madrid: Aldeasa, 2001, p. 262.
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