El trabajo de Elizabeth Murray se yergue sobre la fina línea que separa dos concepciones
distintas sobre la pintura: la de ser objeto y espacio de representación.
El proceso de construcción de obras como Lowdown (Toda la verdad), 2001, integrada
por una proliferación de abundantes trapezioides, zigzags y bioformas, apareció
en la trayectoria de la artista a finales de la década de los noventa6. Murray confeccionaba
primero un pequeño boceto que proyectaba sobre la pared hasta alcanzar
la escala deseada y convertirlo en dibujo. Posteriormente, unos carpinteros trasladaban
a la madera las formas diseñadas, recortándolas y recubriéndolas con lienzo
y gesso7 hasta dejarlas listas para que Murray las trabajase. Poco a poco la artista
iba configurando un collage de imágenes, juntando y entrelazando piezas, dejando
espacio libre entre ellas para producir una especie de celosía que emulaba a los bocadillos
de un cómic. Sus composiciones semi-abstractas de colores vivos revelan su
fascinación por los estados del sueño, donde es fácil encontrar elementos de la vida
doméstica y cotidiana, y reflejan la influencia de los distintos lenguajes procedentes
del automatismo surrealista, del pop y del grafiti.
6 Storr, Robert. Elizabeth Murray. Valencia: IVAM, 2006, p. 75.
7 “Bop” and the Process of Painting. Entrevista realizada a Elizabeth Murray en 2003 que fue publicada en la
página web de Art21. Disponible en: https://art21.org/read/elizabeth-murray-bop-and-the-process-ofpainting/
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