Una de ellas fue la apertura de una serie de galerías y museos con los que se proyectó
ante el espectador americano los avances artísticos europeos del primer tercio
del siglo xx. Buen ejemplo de ello fue la apertura del MoMA en 1929 o la actividad
de la galería Art of the Century de Peggy Guggenheim a partir de 1942. Otra vía que
favoreció esa difusión fue la actividad pedagógica de artistas europeos en suelo estadounidense
que, desde los años treinta, había estado relacionada con el arte abstracto
de raíz racionalista: Josef Albers ingresó como profesor en el Black Mountain
Collage en Carolina del Norte en 1933, Moholy Nagy ejerció como director en la New
Bauhaus de Chicago en 1937 y Hans Hofmann impartió clases en escuelas privadas
de Nueva York y Provincentown entre 1933 y 1934. Este último, que había aparecido
en la enigmática fotografía de Los irascibles, encontró su inspiración en los elementos
del paisaje natural e investigó sobre la utilización del color como herramienta
para provocar y sugerir la representación tridimensional. Así, con su Scintillating
Red (Rojo brillante), 1962 experimentó al máximo con la ley de contrastes simultáneos
al situar dos rectángulos de colores fríos –verde y azul– sobre una masa cálida
de color rojo. El resultado creaba el efecto de que los primeros se adentraban en el
espacio interior del cuadro mientras que la segunda avanzaba vertiginosamente
en dirección hacia el espectador.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos acogió a artistas relacionados
con el surrealismo que, como Max Ernst y André Masson, acabarían por trasmitir
los que serían los principios clave del expresionismo abstracto: el automatismo
psíquico como expresión del inconsciente y el proceso polifocal de dilatación de la
pintura hacia los límites de lienzo2. Siguiendo estas nociones, Adolph Gottlieb articuló
muchas de sus obras de mediados de los años los cincuenta. Las bautizaría con
el nombre “Pictogramas” y en ellas se proyectarían –según sus propias palabras–
sus más profundos sentimientos de forma emocional y automática con la intención
de evitar sugerir asociaciones de carácter racional y eludir adecuarse a patrones externos.
3 Una de esas piezas, Labyrinth, 1954, de la que Gottlieb hizo varias versiones,
fue seleccionada por John I. H. Baur para la exposición The New Decade. 35 American
Painters and Sculptors, celebrada en el Whitney Museum en 1956.
2 Esta metodología creativa aparece en lienzos tempranos como Cabeza de hombre integrada por el vuelo de una
mosca no euclidiana (1942-47) de Max Ernst o Maraña (1941) de André Masson.
3 The New Decade. 35 American Painters and Sculptors, celebrada en el Whitney Museum of American Art, New
York, 1956, p. 36. Labyrinth, 1954 aparece reproducida en la página 34.
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