La pintura de Halley hace equilibrios en el umbral que supuestamente separa la figuración
de la abstracción. Lo mismo sucede con Ross Bleckner, a quien se le ocurrió
colocar imágenes representativas sobre un microscopio para transformarlas en otras
entidades diferentes. Por eso sus pinturas que parecen más abstractas son las más
realistas, ya sean células de mutación, sanguíneas o de ADN. En una misma línea
se expresa Udomsak Krisanamis, cuando empeñado en aprender inglés marcaba las
palabras que ya conocía en los periódicos dejando aparte las que desconocía, algo que
transportó a sus cuadros, con lo que su abstracción se conforma a partir de esa historia
personal. Otros artistas que trabajan en medio de ese equilibrio son Gary Hume
o Sarah Morris. Si pensamos en los trabajos de esta última, vemos como sus geometrías
abstractas toman del entorno urbano su fuente de inspiración. Sarah Morris se
enfrenta a la ciudad desde la pintura, encontrando los fragmentos adecuados, los
colores que mejor simbolizan las luces de neón que habitan la noche urbana, y con
esa herencia entre pop y minimal que emana de toda su producción, sus trabajos nos
hablan de superficies y estructuras, mirando la cara del capitalismo.
En los años noventa, uno de los artistas que mejor ha sabido reinterpretar la
tensión entre lo representado y la abstracción de esa realidad ha sido el alemán
Frank Nitsche. A partir de un entrecruzamiento irresoluble de imágenes en una
suerte de algoritmo recursivo –parte de un vasto conjunto de imágenes que recopila
en carpetas para más tarde superponerlas libremente hasta generar una atractiva
distorsión perspectiva–, deriva el resultado en una forma de apariencia fractal.
Este anhelo por lo inconcreto puede llevarnos a obras como las de Albert Oehlen.
También a una suerte de representación incongruente como en las obras de Tomma
Abts, que son como una acumulación de pinturas superpuestas caracterizadas por
la insistencia en un mismo formato. Mientras, otros como Philip Taaffe, entienden
que si sus trabajos se pueden considerar abstractos es porque son extraídos, es
decir, separados, del resto de la realidad.
Antes, en fotografía, a comienzos de los años setenta, John Hilliard presentaba
12 Representations of White; Jan Dibbets una suerte de cometa fotografiado de manera
fragmentaria: Monika Baumgarlt experimentaba con la luz; Nikolaus Koliusis con
el color; Helena Almeida con una pintura que podía ser habitada; y Gottfried Jäger
con el propio papel fotográfico. En los últimos años del siglo xx, la abstracción en la
fotografía está magníficamente representada por artistas como Adam Fuss, James
Welling, Wolfgang Tillmans, Thomas Ruff, Helen Robertson, Christian Richter,
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