El consenso por el desarrollo de los lenguajes abstractos en el arranque de la
segunda mitad del siglo xx se verá fortalecido y corregido por la aparición de las
nuevas formas minimalistas y conceptuales que encontraron un terreno fértil en
las construcciones tridimensionales y sus valores espaciales y temporales. Las investigaciones
de la escultura –realizada en los años sesenta– tienden hacia una
participación más activa del espectador. En general todas las propuestas se aglutinan
en la idea principal de conceder a la obra la función de instrumento al servicio
de una experiencia o una acción. Este avance en el desarrollo de los procesos
escultóricos ha conducido a tres líneas de trabajo que recogen los hallazgos más
notables: una primera que se inspira en las características propias de los materiales,
una segunda que define un nuevo concepto del paisaje y una tercera que
gravita alrededor del papel del público. Existe una evidente y constructiva permeabilidad
entre estas esferas que alimenta la constante renovación de los registros
expresivos.
La llamada al análisis de nuestro comportamiento, nuestra actitud ante el mundo
que nos rodea y los símbolos de un cierto orden civilizador completan la deriva
perceptiva minimalista. La evolución de estas estructuras refleja la transformación
de nuestra existencia y desarma el exceso de confianza en la racionalidad.
Las nuevas sensibilidades surgidas en esos procesos, ocupan un lugar privilegiado
en la configuración de la colección del IVAM, que ha conseguido estructurar en
su fondos un debate sobre las múltiples y complementarias opciones que pueden
convivir en esta deriva abstracta con el sello de la subjetividad. La representación
de artistas de un lado y del otro del Atlántico permite un análisis exhaustivo de la
evolución de las premisas que nos han conducido a la situación actual, donde conviven
todo un elenco de trabajos que ilustran los cambios radicales de las formas
artísticas.
La fisonomía de estas nuevas creaciones responden a esa búsqueda constante de
símbolos y mensajes con la intención de que permanezcan en nuestra memoria, y
así conseguir que el arte siga respirando y nos posibilite reconocernos en sus construcciones,
ofreciendo una salida a la representación tradicional y devolviéndonos
la equivalencia entre materia y espíritu.
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