imposible acceder en una España todavía aislada de los circuitos internacionales
del arte. En la exposición que realizó para la galería Edurne de Madrid en 1968, a
la que tituló Puertas, Teixidor llevó hasta las últimas consecuencias los principios
participativos del arte explicados por Umberto Eco en su libro Opera Aperta (1962).
La Nueva Generación de Juan Antonio Aguirre y Antes del Arte de Vicente Aguilera
Cerni serían sus siguientes proyectos. Su paso de un grupo a otro le hizo evolucionar
desde una abstracción lírica, cargada de influencias informalistas, hacia a un
arte relacionado con la ciencia, las matemáticas y la sicología de la percepción, en
el que la cristalografía marcó su producción escultórica. Con el inicio de los años
setenta, el color, un elemento fundamental en su obra, empezaría a cobrar protagonismo.
Primero, con su serie Aprespectivas, en la que trabajó guiado por los principios
del Hard Edge buscando desorientar al espectador al aplicar el color desafiando
las reglas tradicionales de la perspectiva. Después reduciendo sus obras a elementos
esenciales y convirtiendo el color en modelador de la estructura del cuadro, dos
principios que enlazaría con las teorías del grupo francés Supports-surface y de las
del crítico americano Robert Rosemblum con las que entró en contacto durante sus
viajes a París y Nueva York en 1972.
“Todo termina por ordenarse en función de él –diría Teixidor refiriéndose al color
en 1975–. Y puesto que el color es personaje principal, mi pintura no es gestual,
sino una expansión del color”4 de ahí el uso de grandes formatos y de las superficies
monocromas que invadieron sus lienzos a partir de esas fechas. Teixidor aplicaría
la pintura a base de trazos que se irían superponiendo en múltiples veladuras para
conseguir dotar al color de profundidad, intensidad y cuerpo. Sus cuadros fueron el
producto de una reflexión prolongada en el tiempo como veremos reflejado en los
cuadernos de notas que el artista fue confeccionando desde 1965. En ellos anotaría
desde las dimensiones de los bastidores hasta las distintas variaciones de color que
podía llegar a producir para cada una de sus piezas.
En los años ochenta, Teixidor buscaría la naturaleza como punto de partida de
la mayoría de sus temas. Por ejemplo, en Pintura Azul I (1986), el mar se erigió como
verdadero protagonista de la obra. En la década siguiente, se iría produciendo la
paulatina reducción de su paleta a rojos, amarillos y negros. En Las Contradicciones
4 Borràs, M.L. “Jordi Teixidor. Pintor de la modernidad”. Introducción al catálogo de la Galería Barbié,
Barcelona, 1975. Reproducida en Maluquer, Elvira (com.) Jordi Teixidor. IVAM Centre Julio González, 27
febrero-18 mayo 1997. Valencia: IVAM, Consellería de Cultura, Educació i Ciència, D.L.1997, p. 90.
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