obra Max-Minimal, 1973, realizada un año antes de su muerte, redujo su pintura a
formas esenciales que parecían precipitarse en caída libre, pero que, a su vez, permanecían
en una estabilidad cambiante reflejo de las ténues relaciones de la vida
y de sus conflictos.
La ambigüedad fue una característica propia de la obra de Gilberto Zorio, uno
de los representantes del Arte Povera que concebía la escultura como un flujo continuo
en donde toda clase de materiales, generalmente procedentes de nuestro
entorno cotidiano, como cuerdas, telas, tablas o materiales residuales de la industria,
eran combinados, ensamblados o yuxtapuestos para sumar conceptos durante
su proceso de transformación en objeto artístico. Así, la actividad del artista
quedaba reducida a un proceso de acumulación y amontonamiento de materia que
proscribía y criticaba el servilismo tecnológico de la sociedad contemporánea. Por
ejemplo, en Letto, 1967, Zorio trabajó con pares de opuestos como lo fláccido y lo
rígido, lo opaco y lo diáfano, lo volátil y lo gravitatorio, etc., viendo al objeto como
“el encuentro entre un animal a cuatro patas, un conjunto vegetal, la goma y un
metal romo que, como un cuerpo, choca y se adapta”2.
La noción de metamorfosis, de cambio y de transformación de la materia se metaforizó
en existencia humana en la obra de Ángeles Marco, quien durante los años
ochenta protagonizó, junto a artistas como Juan Muñoz, Jaume Plensa o Cristina
Iglesias, entre otros muchos, la renovación de la escultura española. Marco empleaba
elementos procedentes del universo industrial e ingenieril como hierros,
acero inoxidable, cauchos y lonas para motivar en nosotros asociaciones de índole
existencial, principalmente, en su serie Tránsito y Salto al vacío, realizadas ambas entre
1987 y 1989, donde las sensaciones de cambio y mutabilidad en nuestras vidas se
hacían presentes a través de referencias a aperturas o pasadizos en el primer caso y
a los sentimientos de angustia, soledad y libertad relacionados con la idea del suicidio
3 en el segundo.
Helmut Federle y Tony Bevan utilizaron la arquitectura como plataforma de expresión
de su espiritualidad. Federle se concentró en la reflexión sobre el medio
2 Celant, Germano y ZORIO, Gilberto. “Una travesía por el crisol de las irradiaciones artísticas”. Gilberto
Zorio. IVAM Centre del Carme, 14 de noviembre 1991-12 de enero 1992. Valencia: IVAM; Firenze: Hopeful
Monster, cop.1991., p. 32.
3 Tejeda, Isabel. “Ángeles Marco”. Instalaciones y nuevos medios en la colección del IVAM: espacio, tiempo, espectador.
IVAM, Valencia, 26 septiembre 2006-7 enero 2007. Valencia: IVAM, 2006, p. 170.
198