Jörg Sasse, Roland Fischer, Milagros de la Torre, Juan Uslé, Randy West, Liz Deschenes
o Sean Scully, entre otros. Porque, como señala Gottfried Jäger no existe
una fotografía que no implique abstracción:
“La fotografía abstracta abandona deliberadamente la reproducción exacta
de los objetos visibles, apuntando hacia la exactitud matemática, como se
exigía originalmente. Deliberadamente renuncia a todo lo que en apariencia
constituye una foto. Desde sus comienzos, el principal objetivo de la imagen
ha sido representar objetos y fenómenos con tanta fidelidad a la naturaleza
como sea posible, al igual que en el dibujo y en la pintura”3.
Efectivamente, el fotógrafo siempre abstrae claves de lo visible, es como un
escrito de ficción y se mueve desde una posición ambigua, tanto como un pintor
como Herbert Brandl, ya que muchas de sus piezas podrían ser consideradas figurativas,
pero también muchas de ellas nos remiten a una abstracción producto de su
disolución en color. Brandl reivindica lo gestual y la sorpresa, por eso acompaña las
características de la tinta, su fluidez. En la fotografía esa fluidez se sustituye por
la luz y la naturaleza del espacio. Hace algún tiempo, Brandl participó en una exposición
titulada ‘Pintura’ con Helmut Dorner y Adrian Schiess, tres pintores que
todavía confían en la praxis, en el médium, en el material de la propia pintura.
En todos ellos podríamos decir eso de ‘poner la pintura a trabajar’, para que surja
la forma. Pero las respuestas a una triple conversación con Ulrich Loock, resulta
curiosa: “La figuración fue siempre un problema para mí”, señala Brandl. “Espacio
primero, después tinta”, señala Dorner. “El cuadro es imago, una cosa imaginaria,
una película”, señala Schiess. Aunque la pregunta nacía ya de partida: ¿Cuándo
la pintura es una abstracción, un objeto como ningún otro objeto existente, cómo
puede ser ésta entonces una realidad autónoma capaz de promover el intercambio
con aquello que no es pintura?
Las respuestas fueron dándose paulatinamente con los avances y derivas de la
abstracción. De la obra como emanación directa del interior de artistas como Pollock
y De Kooning se pasará a la shaped canvas formalizada por autores como Frank Stella
o Ellsworth Kelly, que identificarán el formato del cuadro con la figura que aparece
en su interior. Pero lo cierto es que los logros se cruzan y la importancia de cada gesto
resulta vital para avanzar. Cuando Pollock sitúa la tela en el suelo y vierte y deja
caer tinta sobre ella, no es el conocido dripping –que ya Max Ernst lo había utilizado–,
3 Gottfried Jäger. “Fotografía abstracta”, Exit. Imagen y Cultura, nº 14, Madrid, 2004.
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