Malévich. Para Malévich, no se trata de arquitectura, sino de arquitectónica, que
no son más que obras que no reflejan más que la relación artística de las formas en
el espacio. La fórmula no está muy lejos de la utopía de proyectos como el Monumento
a la III Internacional –la célebre torre de Tatlin– o los edificios aéreos de Krutikov.
En el fondo, como señalaba Ad Reinhardt en los años sesenta, en las “últimas
pinturas” no debemos pensar que el arte o la pintura se muere, sino que sufre una
vuelta al origen, al principio de las cosas. Así, artistas como Yves Klein sustituirán
el espacio pictórico por el espiritual, creando ambientes a partir de una pintura
invisible, como cuando dejó vacía la galería Iris Clert en París en 1958. Otros, como
Piero Manzoni vaciarán la superficie de un cuadro que no entiende que siga siendo
cubierto con colores. Cáustico e irónico, Manzoni denunciará muchos convencionalismos;
en pintura, a partir de sus densas Acromías.
Pero hablábamos de cómo la pintura se tornaba objeto. En el fondo, eso era lo
que realmente importaba para Rodtchenko. Llegar al fin de la pintura como fin.
Y en eso no anda lejos del minimalismo que nacerá cuarenta años más tarde, en
tanto que totalidad objetual. Y es que la relación de la pintura y el minimalismo
resulta bastante curiosa ya que si los precedentes minimalistas están en la pintura,
paradójicamente el arte minimal discutirá la situación de primacía de la pintura
como únicamente lo habían hecho el deconstructivismo ruso y la Bauhaus. Si pensamos
en el Minimal Art lo hacemos en Robert Mangold y en Robert Ryman, pero
sobre todo, pensamos en Carl Andre, Donald Judd, Dan Flavin o Sol Lewitt. El minimalismo
modificará la experiencia perceptiva del espectador que ya no observa y
sí comparte; el espacio y las relaciones con ese objeto definen el significado. Todo
ello resulta clave para entender las derivas del arte abstracto, y de la pintura y la
escultura en general, a partir de los años noventa.
Antes, artistas como Jasper Johns utilizarían estrategias de apropiación pictórica
herederas de Duchamp, conformando cuadros-objetos a partir de una confrontación
directa con el expresionismo abstracto. En la misma lucha estarán Rauschenberg
primero y Frank Stella o Kenneth Noland, después. “Lo que ves es lo que ves”
aseverará Stella. Johns y Rauschenberg desafiaron la ortodoxia de la modernidad,
pero seguramente los contestatarios más efectivos fueron artistas como Joseph
Beuys, Yves Klein o Piero Manzoni, que continuaron ciertas estrategias iconoclastas
herederas de Duchamp. Ese desafío a los mecanismos mercantiles vigentes, esa
resistencia, resulta obvia cuando Manzoni presenta una obra pictórica dentro de
72