un embalaje cilíndrico que impedía ver la pintura. Es, precisamente, en ese discurso
donde hay que situar a muchos artistas posteriores como Imi Knoebel, Helena
Almeida o Ángela de la Cruz. Manzoni también firmará mujeres desnudas para
desarticular la lógica escultórica tradicional. La ironía se anticipa al tono crítico
respecto a las dictaduras pictórica y escultórica y a la producción convencional del
arte que dominará a partir de los años sesenta.
Recapitulando de alguna manera, diríamos que de un primer concepto a modo
de reducción o estilización de lo figurativo, la pintura abstracta pasó por ser un
sistema autónomo de la superficie pictórica para acabar derivando años más tarde
en una suerte de vacío o ausencia de legibilidad. Hablamos de esa pintura abstracta
que nace después de la propia pintura abstracta, o en otras palabras, de cómo del
arte moderno como crisis pasamos a la crisis del arte moderno. Así, la pregunta
que se harán muchos es qué es una pintura abstracta y cuántas etapas conocemos y
concedemos a la pintura abstracta. En ese sentido, para entender el sentido actual
de abstracción, una pintora clave –aunque casi siempre olvidada– para establecer
el discurso contemporáneo de quienes supieron cuestionar el medio pictórico y su
particular historia es Marcia Hafif. Para ella, el significado de la pintura monocromática
está íntimamente asociado al acto de pintar, a la acción de pintar. Hafif
piensa la pintura a partir de su soporte, de los pinceles –analizando los tamaños y
materiales–, de la tinta, del movimiento, de la trayectoria de la mano, hasta los
disolventes utilizados. Todos estos factores, que siempre analiza de forma individualizada,
le sirven para avanzar en eso que llamamos pintura abstracta. Lo mismo
sucederá con Robert Ryman y toda una serie de pintores que trataron de eliminar
del cuadro todo indicio compositivo. La pintura no debe mostrar nada más allá de sí
misma, como señalará Joseph Marioni: “el propio cuadro es la obra”.
Lo que nos interesa aquí, aunque para entenderlo necesitemos dar rodeos y saltos
cronológicos es aquella pintura abstracta que nace después de la pintura abstracta.
Esa pintura que se manifiesta más como transición que como representación. Una
pintura capaz de fabricarse a sí misma, de construirse a partir de su propia realidad
fenomenológica, ahogando definitivamente cualquier atisbo de idealismo propio
de la pintura anterior. Hablamos de unos cuadros que ni reproducen objetos ni
funcionan como objetos en sí mismos, de una pintura sin significado ni imagen.
Artistas como Imi Knoebel asumieron todas las posibilidades del color de un modo
abierto, sin encorsetamientos ni sistemas. Cada color será la experiencia de su propia
historia, como las líneas dibujadas por Cy Twombly. La pintura se instaura en
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