único de comunión con el lienzo, ¿cuántas veces era posible repetir la intensidad
creativa? Y si el artista renuncia al estilo y a la representación ¿cómo es que reconocemos
formas, estilos, personalidades? No hay duda de que, después de Auschwitz,
después de Hiroshima, la realidad había cambiado, y la forma de expresarla debía
ser distinta. Y lo real en Europa era la destrucción, la devastación de la guerra, algo
que de hecho no había ocurrido en Estados Unidos salvo al final de la guerra y de
forma muy puntual. En ese sentido, aunque puedan relacionarse el expresionismo
abstracto americano y el informalismo europeo, es evidente que el transfondo
de ambos es diferente. Nueva York se reivindicaba como nuevo centro cultural del
mundo y París comenzaba a languidecer. De hecho, Nueva York se apropiaba de la
idea de la modernidad, dándole de paso un fuerte giro comercial14 y asumiendo al
mismo tiempo que todo ello formaba parte de un nuevo orden internacional. No es
casual que Irving Sandler titulara su historia del expresionismo americano precisamente
El triunfo de la pintura americana15. París seguiría siendo, durante unos años, el
lugar de encuentro de una comunidad de artistas gravemente herida por la guerra.
Nada volvería a ser allí lo que fue antes de 1939.
En la década de los sesenta todo parecería haber vuelto a recomponerse. El expresionismo
abstracto y el informalismo todavía seguirían existiendo durante unos
años y convivirían, cada vez más esclerotizados, con diferentes formas de abstracción
geométrica, así como con los nuevos realismos e incluso con el pop mientras
Europa y Estados Unidos mostraban una decidida voluntad de alejarse del drama.
Las economías, como las ciudades, parecían recomponerse y la vida doméstica encontraba
un espejismo de felicidad en el consumo. Incluso las revueltas de 1968 parecían
poder asumirse como simples protestas estudiantiles. Todo parecía liviano,
todo parecía dejar atrás la intensidad, la densidad del ambiente que se respiraba en
los años que siguieron a la guerra.
14 Serge Guilbaut. De cómo Nueva York robó la idea del arte moderno. Barcelona, Tirant lo Blanch, 2007.
15 Irving Sandler. The Triumph of American Painting. A History of Abstract Expressionism. New York, Icon Editions, 1970.
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