En la España de finales de los años cincuenta se inicia un periodo de recuperación
económica gracias al nuevo posicionamiento internacional
del régimen franquista que, con el estallido de la Guerra de Corea, puso
al servicio de los Estados Unidos la posición geoestratégica de la Península
Ibérica. Este hecho le proporcionó no solo la ayuda económica del
gigante americano sino también que países como Francia e Inglaterra
abrieran sus fronteras a los productos españoles, al mismo tiempo que,
en proceso inverso, irrumpían en España la innovación y las corrientes
transformadoras de la cultura y el pensamiento. En consecuencia,
surgieron dos corrientes artísticas relacionadas con la abstracción. Por
una parte, la de orden gestual e informalista representada por el grupo
El Paso, y por otra, la de carácter geométrico que encontró en el arte
normativo su mayor exponente. Pero sería el informalismo la que alcanzaría
el mayor apoyo del régimen, en parte gracias a su conexión
con el arte del Siglo de Oro, emblema del franquismo y de la tradición
pictórica española, mientras el arte geométrico quedaba relegado a un
segundo plano por su carácter foráneo y extranjerizante. Según Paula
Barreiro, “la precariedad de las plataformas culturales estatales, la
carencia de una red de galerías privadas o de un mercado artístico que
pudiera desarrollar y exportar las vanguardias españolas y la falta de
educación del gusto del gran público por todo atisbo de modernidad”1
1 Barreiro López, Paula. La abstracción geométrica en España 1957 -1969. Madrid: CSIC, 2009,
p. 95.
104
2