afectaron negativamente y ralentizaron el reconocimiento tanto oficial como social
del arte geométrico.
El despegue del geometrismo en territorio español comenzó a mediados de la
década de los cincuenta. Reuniones como la de la Escuela de Altamira (1949-51)
o el Congreso de arte Abstracto de Santander (1953) contribuyeron a difundir los
principios fundamentales de la abstracción racional. Asimismo, la figura y obra
de Oteiza sirvió de aglutinante de diversos colectivos artísticos e individuales que
buscaron inspiración en su aparato teórico-plástico formulado alrededor de sus
preocupaciones espaciales. También durante estos años surgió la figura del crítico
artístico, que como un gurú intelectual se ocuparía de reunir a artistas dispuestos a
sumarse a sus postulados y teorías. Tampoco hay que olvidar que las pequeñas ayudas
y becas para completar estudios en París, otorgadas por el Servicio de Estudios
Universiatarios (SEU) o por el Instituto Francés, ayudaron a introducir la vanguardia
europea dentro de nuestras fronteras. Palazuelo, Sempere o Chillida fueron algunos
de sus beneficiarios. Además, otros muchos, como los miembros del Equipo
57, marcharon a la capital francesa por cuenta propia en busca de conocimiento.
Desde 1956 hasta 1975 hicieron su aparición dos generaciones de arte analítico
que estarían separadas por la gran barrera cronológica de 1965, fecha en que empezó
a hacerse popular la interacción entre arte y tecnología.
La primera generación incluiría a artistas que actuaron individualmente como
Chillida o Palazuelo, y a todos aquellos colectivos relacionados de alguna manera
con la figura de Oteiza que fueron creándose desde 1956, como el Equipo 57 o el Grupo
Parpalló, entre otros muchos. Todos ellos dirigieron sus esfuerzos a la experimentación
geométrica del espacio utilizando nuevos parámetros que relacionaran
elementos propios de la obra de arte como la masa, el volumen, la forma, la línea,
el plano y el color. Los críticos Vicente Aguilera Cerni, Antonio Pericás y José Moreno
Galván los reunirían en la Primera Exposición de Arte Normativo Español celebrada en
el Ateneo de Valencia en marzo de 1960. Su objetivo era la creación de un programa
común de estética constructiva que utilizase el arte como un instrumento para
trasformar nuestra sociedad en un ente más justo y positivo.
El Grupo Parpalló, formado alrededor del crítico Vicente Aguilera Cerni, no fue
un grupo unidireccional. Entre sus miembros encontramos quienes prefirieron
trabajar sobre los fenómenos perceptivos como Sempere, utilizar un lenguaje in
105