pictórico a través del ascetismo que supuso la reducción de su paleta a tonos grises,
negros y amarillos, tonos con los que, de manera vibrante, dibujaba figuras
geométricas que parecían avanzar hacia los límites del lienzo y del espacio arquitectónico.
Las pinturas de pasillos, vigas y muebles amontonados de Bevan no eran
descripciones de construcciones interiores, sino revelaciones de sus estados de ánimo
para cuya composición el artista tomó como punto de referencia la arquitectura
industrial del sureste Londres, donde ha estado ubicado su estudio desde 1976. A
través de la repetición de unos cuantos elementos arquitectónicos, Bevan sugirió
sentimientos de contención o distorsión perceptiva, de aislamiento o de liberación.
Sus arquitecturas se alzaban como estructuras esqueléticas siguiendo el mismo formato
que sus rostros y cabezas, portadoras siempre de rasgos autobiográficos y de
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su propia esencia.