co latente en las grandes tragedias vividas por el hombre, aquellas que se alzaban
como símbolos del sufrimiento humano universal, a las que era necesario nombrar
y describir para hacerlas presentes y no olvidarlas.
En 1957 Saura fue el impulsor y aglutinante del grupo El Paso, cuyo objetivo
fue lograr la renovación de las artes plásticas españolas en concordancia con el
espíritu de la época, pero sin renunciar al pasado cultural y antropológico que fue
común a todos sus miembros. El Paso significó –como describió Saura– una apertura
hacia el arte universal a partir de lo particular, es decir, de la esencia española.
Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Millares, Manuel Rivera, Antonio Suárez,
los escultores Pablo Serrano y Martín Chirino y los críticos Manuel Conde y José
Ayllón y el propio Saura fueron los miembros fundadores del colectivo. Juana Francés
estuvo también presente. Fue la única mujer entre todos ellos, cuando todavía
el arte era una parcela dominada por los hombres. Pero su estancia fue breve,
tan sólo unos meses. Desde 1956 hasta 1960, la artista alicantina realizó obras en
las que incorporó colores sobrios –negros, blancos y tonos tierra– y utilizó nuevos
materiales tales como las arenas de río de distintas texturas en composiciones dinámicas
organizadas en diagonal, en aspa o en curvas que, pese a la ausencia de
forma, trasmitían su espíritu de protesta ante la falta de libertad artística contra
lo establecido y lo académico.
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