Prólogo
José Miguel G. Cortés
Director del IVAM
Desde que, a inicios del 2015, el IVAM apostó por modificar el
rumbo de lo que había sido el programa expositivo de su galería 6
se inauguró la idea de que esta galería fuera un claro exponente
de lo más novedoso y específico del museo. Así, desde entonces,
la galería 6 tiene como objetivo ser el lugar donde artistas, que
se encuentran en lo que se denomina su “media carrera”, puedan
elaborar y desarrollar proyectos pensados específicamente para
el IVAM y con una estrecha relación con la realidad socio-cultural
de la ciudad de Valencia. Escogimos esta sala para este tipo de
trabajos por las propias características de la misma (compuesta de
dos niveles unidos con una escalera en el centro que le dan una
forma un tanto extraña), porque creíamos que su especificidad, en
la que muchos veían un inconveniente, a nosotros se nos aparecía
como una gran oportunidad de crear movimientos, recorridos o
conexiones llenas de posibilidades y significados diversos. Era la
ocasión perfecta de huir, al menos parcialmente, de la clásica sala
rectangular y diáfana para encontrarse en un espacio que incita
a visitar sus recovecos o escuchar sus limitaciones para intentar
construir diversas experiencias artísticas.
En esta ocasión es el artista sevillano Federico Guzmán (1964)
quien ha preparado un proyecto específico para la galería 6
del IVAM. Y es él porque una de sus mayores preocupaciones,
a la hora de abordar sus proyectos artísticos, siempre ha
sido que tuvieran una profunda y sólida vinculación con el
contexto socio cultural en el cual se producían. En ese sentido,
es muy significativo su compromiso tanto con Colombia (más
en concreto con la ciudad de Bogotá) como con el Sahara
Occidental. Sus diferentes estancias en ambos países y el
compromiso personal adquirido con ellos queda claramente
reflejado en los distintos proyectos que ha llevado a cabo en los
últimos años. Las vivencias personales, el compromiso ético/
político y entender el arte como instrumento de concienciación
e intervención social son aspectos intrínsecamente unidos en el
quehacer artístico de Federico Guzmán.
Relaciones y vinculaciones que, nuevamente, vuelven a tener
un papel destacado en el proyecto Al borde del mundo que
ha concebido para el IVAM. Como el mismo artista escribe,
este trabajo es un viaje iniciático por las procelosas aguas del
Mediterráneo. Un mar, un espacio geográfico y cultural, cargado
de historia y de relaciones económicas que, actualmente, ocupa
un lugar central en la programación de este museo. De hecho, no
se podría entender la vida social y política de la ciudad de Valencia
sin tener en cuenta el papel que, históricamente, ha jugado el
Mediterráneo en su propia configuración. Así, y profundizando
en esta dirección, Federico Guzmán se basa en el poema de
Parménides Sobre la naturaleza del siglo V a.C. para sugerir cuáles
podrían ser los orígenes de nuestra tradición cultural. En definitiva,
se trata de una búsqueda, de un viaje de los sentidos (hacia
aguas más o menos conocidas) que nos permite trazar un paisaje
imaginario, incluso utópico, acerca del mapa en el cual se desarrolla
nuestra existencia diaria, a través de las imágenes metafóricas de
diversas plantas que ocupan los fondos acuáticos del Mediterráneo.
De este modo iniciamos, con las obras pictóricas de Federico
Guzmán, un viaje a través de nuestro ecosistema marino más
próximo para recordar a aquellos que yacen (producto del naufragio
de sus endebles pateras) en lo más profundo de sus aguas y que
jamás llegarán a conocer la “otra orilla”. El agua, las corrientes y
las olas se nos aparecen, hoy más que nunca, como fronteras que
se engrandecen y se alejan. El Mediterráneo, en otros tiempos
espacio de mezcolanza y confusión de saberes, experiencias o
mercancías, lo descubrimos en estos momentos ciego y sordo a
los cantos procedentes de los diferentes países del Sur. En estas
circunstancias, nuestro viaje de descubrimiento (que parecía tan rico
y atractivo) no puede más que empobrecerse y envilecerse día a día.
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