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conocimiento de la realidad; de aquí el carácter “experiencial” y
“transformacional” de este conocimiento.
MV: ¿De qué manera Al borde del mundo traslada el poema de
Parménides?
FG: Al borde del mundo es la invitación a un viaje iniciático, que
se sumerge en el mar Mediterráneo, en nuestras propias raíces,
de la mano del enigmático poema, considerado el primer texto de
la filosofía occidental, que ha desafiado a todos sus intérpretes
durante más de dos mil quinientos años. De la mano del filósofo
de Elea, acometo un recorrido de autodescubrimiento que
transforma la visión de nuestros orígenes, y despierta algo
olvidado o que nos han hecho olvidar. Las semillas de nuestra
propia tradición cultural occidental contienen un conocimiento
espiritual intrínseco, una sabiduría encaminada a transmutar
el concepto de lo real. Este proyecto artístico no versa sobre
hechos reales ni ficticios. Versa sobre algo más extraño,
comparado con lo cual aquello que consideramos realidad es
mera ficción. Trata sobre todo del engaño.
MV: ¿En qué sentido?
FG: Del engaño absoluto del mundo en que vivimos, así como
de lo que hay detrás. El aprendizaje de lo que verdaderamente
somos es un hilo ininterrumpido de comprensión que se extiende
a lo largo de toda la historia, y a través de casi todas las culturas,
y al cual hemos aludido como “sabiduría perenne”. Esta sabiduría
nos hace comprender, entre otras cosas, que la separación entre
objeto y sujeto no es más que una ilusión de los sentidos, y que,
más allá de los sentidos, el mundo es un Todo continuo y no-dual.
Este es el viaje hacia un acantilado, al borde de un Mediterráneo
tumultuoso, donde, como he comentado, imagino nuestro paisaje
como una utopía transcultural de una sola orilla, que conserva en
su espíritu todo lo que crea la Unidad. Quienquiera que aquí nos
trajo, habrá de llevarnos de regreso al hogar.
MV: Leo Al borde del mundo en clave de mitopoiesis o género
que reactiva el mito; en el sentido que le da Wu-Ming de
herramienta para atravesar la “noche en lo ignoto (el desierto, las
fases de incertidumbre en el conflicto social)”. ¿Cómo te planteas
traducir estas ideas en los cuadros que creas para el espacio que
se te adjudica?
FG: Aunque es un proyecto pictórico ejecutado en el taller, me lo
planteo como una obra específica. Utilizo la estructura de dos plantas
de la galería para articular el discurso o narración. La narrativa parte,
por un lado, del poema de Parménides, de la investigación sobre
el mismo, y de las reflexiones filosóficas de puesta en valor de la
“sabiduría perenne”; y, por otro lado, de emociones derivadas de
los acontecimientos que se suceden en el Mediterráneo. No puedo
dejar de imaginarme como un migrante en un acantilado frente al
mar, huyendo del infierno de las guerras y contemplando el profundo
mar azul. Representar en un mural el océano y las olas, metáfora de la
naturaleza no-dual de la consciencia y la forma, me permite abrirme a
un mundo en conflicto desde el fundamento del ser: las olas pasan, el
océano permanece. Nuestro cuerpo psicofísico muere, pero nuestra
verdadera realidad es el ser ilimitado, informe, inmutable, indivisible
y eterno del que nos habla Parménides. Para mí la sabiduría del arte
es paradójica, simultánea y no-dual. Consiste en una inteligencia
Argos. Embarcación de corcho, hinchable de plástico y compresor de aire, 2 x 2 x 8 m