ColecciónExposiciónIVAM Centre Julio González

Uno de los ejes fundacionales de la colección del IVAM es la adquisición en 1985 por parte de la Generalitat Valenciana de un conjunto de obras de Julio González procedentes del legado del artista, enriquecida con sendas donaciones de dibujos de su hermano Joan y de pinturas de su hija Roberta, de excepcional importancia para la definición de las líneas de trabajo e investigación de los fondos del museo.

Los hermanos Joan y Julio González proceden de una familia de extensa trayectoria artística. Hijos de Concordio González, platero de profesión, crecieron rodeados de un ambiente artístico y artesanal que marcaría su orientación creativa. Como otros artistas de finales de siglo, ambos pasaron una larga temporada en París, centro estratégico en la evolución del desarrollo estético e intelectual en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Sin embargo jamás perdieron su vinculación con su ciudad natal, Barcelona, de manera que Joan regresó, enfermo, en 1906 para morir en ella dos años más tarde. La obra precursora de Joan González (Barcelona, 1868 – 1908) en su investigación de las formas abstractas y el reconocimiento de su vertiente naturalista con elementos todavía románticos completan y contextualizan los fondos de su hermano Julio, figura notable de las vanguardias artísticas. Asimismo reflejó la vida bohemia en escenas urbanas de gran espontaneidad.

La diversidad temática y técnica del conjunto del centenar de dibujos del IVAM así como la evidente simplificación formal de algunas series ha dado lugar a diferentes interpretaciones que resaltan desde su aproximación a la abstracción lírica hasta su vinculación con el trabajo de los sintetistas y de Gauguin.

Está presentación de la obra dibujística de Joan González se completa con una selección de los fondos del museo de Roberta González (París, 1909 – Monthyon, Seine-et-Marne, 1976), cuya obra discurrió entre los polos aparentemente antitéticos de la figuración y la abstracción.

‘Carved to Flow’ es una acción performativa iniciada en la documenta 14 que consistía en la elaboración de jabón y ponía en práctica la economía circular a través de estructuras de producción transformadoras

Nota de prensaIVAM Centre Julio González

València (11.08.23). El Institut València d’Art Modern (IVAM) invita a los públicos a participar en la obra ‘Carved to Flow’, que se puede ver en la exposición de la artista nigeriana, Otobong Nkanga ‘Anhelo de luz del sur’, instalada en el IVAM hasta el próximo año.

‘Carved to Flow’ (Tallado para fluir, 2016) es una acción performativa, todavía en marcha, iniciada en la documenta 14, en 2017, en Atenas, en el que la artista puso en marcha un taller de fabricación de jabón que se vendió posteriormente en Kassel. El proyecto ponía en práctica la economía circular a través de estructuras de producción transformadoras. Los beneficios de la venta del jabón van destinados a una fundación en Nigeria que apoya la investigación de las culturas materiales locales y que, gracias a sus actividades, mantiene viva la obra.

El proyecto llega ahora al IVAM en una instalación que forma parte de la exposición y donde el público visitante tiene la oportunidad de adquirir estos jabones, extendiendo así la propia obra y colaborando con la fundación.

En ‘Carved to Flow’, Nkanga ha explorado el potencial narrativo del jabón como medio capaz de expresar complejas conexiones geográficas, históricas y afectivas.

Durante el proceso para la documenta 14, la artista creó el BlackStone 08, una receta de jabón elaborado en frío que contiene siete tipos diferentes de aceites y mantecas procedentes de zonas del Mediterráneo, Oriente Medio, África septentrional y occidental, a lo que se añade carbón vegetal. En los meses previos a la inauguración de la documenta 14 en Kassel, se produjeron 15.000 jabones BlackStone O8. Se mostraron formando estructuras que hacían referencia a los depósitos de jabón de Alepo.

Según la artista, Otobong Nkanga “intentamos crear otra manera de trabajar y de cultivar la tierra, más ecológica, compartiendo ese conocimiento con los agricultores” y añade que “esta fundación, que también trabaja para llevar agua y electricidad a las aldeas, en Nigeria, está permitiendo, con este dinero, regenerar y reparar, devolviendo la vida a aquellos lugares donde se extraían los minerales”.

La parte de “distribución” de los jabones se concibió como una actuación performativa en el espacio público, presentando el jabón a la gente, explicando la obra. De la misma forma en el IVAM, además de poder adquirirse los jabones en la tienda del museo, se han organizado diversas activaciones en sala que se retomarán el próximo mes de septiembre. Lucía Jaén (Callosa de Segura, Alicante, 1989) y Katalay Sun (Lubumbashi, El Congo, 1991) invitarán a dialogar sobre el proceso de la obra, así como sobre las posibles conexiones personales entre el proyecto y las personas que la visiten.

‘Anhelo de luz del sur’

La exposición ‘Craving for Southern Light’ (Anhelo de Luz del Sur) de Otobong Nkanga (Kano, Nigeria, 1974) reúne una importante selección de su trabajo realizado en las últimas dos décadas e incluye dibujos, textiles, esculturas y performances, así como una instalación específica para el IVAM.

Galería

Dibujos, uralitas, riñas

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Coincidiendo con la exposición de Carmen Calvo, esta retrospectiva de Joan Cardells (València, 1948 – 2019) reunió en el IVAM Centre del Carme dos artistas que, desde posiciones divergentes, plantearon una renovación plástica en el arte valenciano de los años setenta y ochenta. Un Cardells muy joven había iniciado su trayectoria acercándose a los planteamientos de Estampa Popular, donde desarrolló una labor de tintes expresionistas y comprometida, característica de este período. En 1966, convencido de los beneficios del trabajo colectivo, funda junto a Jorge Ballester el Equipo Realidad. Hasta 1977, este dúo genera una obra cercana a ciertos postulados del arte pop con predominio de un compromiso sociopolítico no exento, sin embargo, de un distanciamiento objetivo y cierta ironía crítica. Varias de estas obras pertenecen a la Colección del IVAM y representan un hito dentro del arte político desarrollado en el tardofranquismo.

Entre 1977 y 1990, los años de producción que recoge esta muestra, Cardells evoluciona hacia una experimentación que se aleja de la pintura colorista y que ahonda en materiales como el fibrocemento, el hierro fundido o el plomo, acompañados de dibujos y grabados en blanco y negro. La paleta se centra en una variedad amplia de grises y el color kraft del papel de embalaje o de diversos tipos de cartón, que redunda en una mirada proletaria y masculina. Las riñas son un conjunto de relieves realizados en hierro fundido que muestran escenas de peleas y enfrentamientos. No es difícil vincular estas obras al momento de Transición donde se estaban situando aún las bases democráticas de España y, aún hoy, siguen siendo monumentales y de gran atractivo formal y conceptual. Las esculturas realizadas con fibrocemento reproducen, como siguiendo patrones de sastrería, prendas como chaquetas, perneras, mangas… y parecen iluminar sobriamente un tiempo estancado que necesitaba dejar fluir líquidos dentro de sí.

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En los años ochenta, en plena Transición, la pintura generada en España surge como reacción a ese momento histórico y se asienta en un contexto internacional en el que el arte había sido reconquistado por una pintura de tintes expresionistas. La intención de estos jóvenes pintores (entre ellos José María Sicilia, Miquel Barceló, Ferran García Sevilla o Miguel Ángel Campano), era otorgar al medio una mirada despolitizada, autónoma y no funcional; totalmente alejada de planteamientos militantes. Una decisión que siguió una línea fértil y concreta y que generó escuela, asentando bases de los estilos abstractos posteriores.

La exposición dedicada a Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948 – Cercedilla, Madrid, 2018) en el IVAM Centre del Carme se conformaba de dos partes. Una primera, reunía obras del pintor desde 1980 a 1989 y se organizada por series, como las dos de Las vocales (1980 y 1983), Mistral o El Diluvio, ambas de 1981-1982, o La Bacanal (1983). También se integraban dentro de este bloque otras que analizaban y reinterpretaban obras de Paul Cézanne o Nicolas Poussin. En toda su producción hay una querencia por la pintura d’après nature, que reflexiona sobre grandes temas que fueron tratados por pintores más o menos clásicos, con los que compartía una necesidad vital de expresarse desde el medio au plein air, una influencia avivada sin duda durante sus largas estancias en París y el estudio de grandes maestros del arte. La segunda parte se centraba exclusivamente en variaciones sobre el cuadro de Poussin Ruth y Boaz (El verano), pintado entre 1660 y 1664. Campano expuso en esta muestra 366 dibujos realizados con tinta, lápiz y gouache basados en ese cuadro, lo que demuestra su capacidad analítica, la necesidad de trabajar desde la repetición y atendiendo a sus pequeños gestos diferenciales. Al conjunto de dibujos se sumaban 122 pinturas de series anteriores, completando una suerte de exposición quasi retrospectiva.

Obras 1973-1990

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La primera gran exposición de Carmen Calvo (València, 1950) en el IVAM, realizada esta en el Centre del Carme, planteaba una serie de cuestiones en su obra que, vistas en perspectiva, han resultado claves para entender su trayectoria. Las piezas reivindican la noción de pintura como escritura, un tema principal en la historia del arte, pero aquí se resuelve utilizando elementos tridimensionales. El alfabeto, los textos, las palabras pintadas no están hechas con el pincel, sino que son representadas con pequeños símbolos, trazos de proto-escritura realizados mayoritariamente en cerámica. La pintura aparece sobre los fragmentos en ocasiones manteniendo la individualidad de las piezas, cada una mostrando un tono o un color diferentes; en otras, la pintura se expresa por encima de composiciones previamente realizadas, es una pintura que juega a varios niveles. Las partes que componen los todos están enganchadas al soporte del lienzo o la madera con hilos o cables finos, que abrazan las piezas y se enlazan en la parte trasera.

El título de algunas series, como Escritura o Reconstrucción, clarifican también la sucesión de capas referenciales de las obras, pues analizan tanto las influencias del mundo del arte (el cuadro que interpreta, por ejemplo, un autorretrato de Van Gogh) como aspectos característicos de lo pictórico, como el paisaje o la naturaleza. Al interpretar estos conceptos desde la tridimensionalidad, la pintura deviene imaginario, no tanto técnica o medio. El lenguaje artístico que emplea Calvo en esta época amplía el campo interpretativo de la pintura en un momento, los años ochenta, en el que alcanzó una eterna juventud. Barbara Rose definía así la influencia de la artista valenciana: «Lo innovador de [su] aportación al diálogo actual consiste en que su falta de artificio no es una construcción intelectual, sino una expresión natural de su auténtica personalidad».

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Cuando Allan McCollum (Los Ángeles, EUA, 1944) expuso en el IVAM Centre del Carme se cumplieron varios objetivos. De nuevo se mostraba por primera vez en el Estado español a un artista internacional de media carrera; pero el principal, no obstante, fue descubrir a un artista que realizaba objetos atractivos, trabajados en serie como realizados en una fábrica, y que conservaban una individualidad muy propia del deseo: parecer siempre igual y resultar siempre diferente. Es decir, su trabajo era un reflejo bien elaborado de lo que representa la producción, el consumo y la relación entre individuo y masa, además de cuestionar el concepto de obra de arte y de autoría.
La muestra presentaba cuatro series realizadas entre 1987 y 1990, planteadas como instalaciones. Plaster surrogates (Sustitutos de yeso) se compone de decenas de piezas de escayola que representan pequeñas obras y completan toda una pared, como emulando una sala en un museo clásico. Todo en ellas está hecho de escayola pintada: los marcos, cada uno en un tono diferente; el paspartú blanco; y la imagen central, que siempre es un rectángulo negro ajustado al tamaño. Individual Works (Obras individuales) se mostraba en dos mesas de grandes proporciones, ambas repletas de piezas pequeñas (unas pintadas de rosa y las otra, de verde) cuya particularidad es su diferencia. También de escayola, están realizadas a partir de la combinación de decenas de modelos de recipientes de plástico y sus combinaciones casi infinitas. Además de Perfect Vehicles (Vehículos perfectos), una serie de jarrones de grandes proporciones también realizados con escayola pintada, destaca la pieza Perpetual Photos (Fotos perpetuas). Esta colección de imágenes de gran formato tomaba sus referentes de los cuadros que aparecían en películas clásicas de Hollywood. El proceso de ampliación (blowing up) acababa convirtiéndolas en fotografías abstractas. De nuevo, la manipulación y la seriación aparecen en la base de su trabajo.

Esculturas, fotografías y filmes

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Peter Fischli (Zurich, Suiza, 1952) y David Weiss (Zurich, Suiza, 1946 – 2012) empezaron a trabajar de manera conjunta en 1979, y realizaron esculturas, fotografías y filmes indistintamente, siempre impregnándolos de un fino sentido del humor y amplias dosis de distancia crítica. Esta muestra, comisariada por Corinne Diserens para el IVAM Centre del Carme, fue la primera gran exposición de los artistas suizos en España, que ya entonces eran considerados unos de los artistas contemporáneos más internacionales. No en vano, uno de sus filmes más conocidos, Der Lauf der Dinge (El curso de las cosas, 1987) fue su aportación a la Documenta 8 de ese mismo año. En esta película realizada en 16 mm y de 30 min. de duración, los artistas diseñan en un hangar un circuito de objetos que van reaccionando en cadena, resumen vital de los cuatro elementos representados a partir de la precariedad inestable de sus devenires. Además de esta película, una copia de la cual pertenece a la colección del IVAM, se incluyeron Der geringste Widerstand (La menor resistencia, 1981) y Der rechte Weg (El camino recto, 1983), ambas de contenido más narrativo, donde los propios artistas interpretan los roles de un oso y una rata.

Al margen de los filmes, Fischli/Weiss mostraron esculturas realizadas en barro sin cocer, mostrando escenas como extraídas de películas; otro tipo de esculturas realizadas en poliuretano y yeso, que profundizan en la recreación de simulacros del mundo; y fotografías, como la serie Airports, que se han expuesto a partir de entonces de muy variadas maneras (copias en papel, proyección de vídeo con las imágenes editadas en bucle o las propias diapositivas sobre mesas de luz). Se incluía, asimismo, una publicación con idéntico título de la Col·lecció Centre del Carme, la cual entendía que las publicaciones «más que documentos de la exposición son trabajos con “vida” propia». En sus series predomina una divertida y lúdica lucha de conceptos antagónicos que consiguen mantener el equilibrio vital a duras penas.

La condenación de Fausto: Fábulas

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El videoarte desarrollado principalmente en la década de los ochenta del siglo XX tuvo en la apropiación de imágenes extraídas de la cultura de masas un auténtico motor de transformación conceptual y formal. Cualquier propuesta podía ser pasada por un filtro de consciencia que alteraba sus formas, modificaba el ritmo de su narración y generaba una crítica cultural con las mismas armas con las que se había posicionado como mainstream. Dara Birnbaum (Nueva York, 1946) representa una figura clave del videoarte de entre siglos, ese que comenzó grabando de manera casi doméstica materiales emitidos en la televisión y evolucionó hacia producciones que se situaban más cercanas al cine y que, en especial, rompieron con una narrativa audiovisual lineal, prefiriendo anti-clímax (o una sucesión constante de ellos como contrapunto), ralentizando la escucha y la visión en la audiencia, y evidenciando las complejidades de la sociedad postmoderna.

Para ella, la búsqueda de un público nuevo y la relectura en términos de género de los grandes relatos adquieren categoría de grandes temas. De hecho, en sus propias palabras, «a principios de 1980, el crecimiento de las cadenas de distribución de vídeo hacía cada vez más tentador trabajar con y para este medio. Parecía que había un nuevo mapa con zonas de “acceso” a un público que anteriormente estaba inexplorado dentro de nuestra denominación de “audiencia artística”.» Se presentó en el IVAM Centre del Carme la vídeo instalación Damnation of Faust: will-O’– The Wisp (La Condenación de Fausto: Fábulas, 1985), donde Birnbaum centra el relato en Margarita, el personaje femenino de la obra de Goethe, y se programaron dos programas de vídeo. Entre las piezas proyectadas se encuentra Technology/Transformation: Wonder Woman (Tecnología/Transformación: la mujer maravilla, 1978-1979), una copia de la cual pertenece a la Colección del IVAM.

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Las principales características del arte pop desarrollado en diversos contextos y por artistas muy heterogéneos coinciden si acaso en la plasticidad del color y las formas; los referentes de los medios de comunicación de masas y los productos de consumo; y la auto-referencialidad de la historia del arte o de sus imaginarios sociales. Si bien es cierto que estas premisas no son ni excluyentes ni comunes en cualquier ámbito, sirven para delimitar un espacio de análisis. La exposición de carácter retrospectivo de Valerio Adami (Bolonia, 1935) en el Centre Julio González, reunió cuarenta y nueve pinturas de gran formato, siete de sus retratos dedicados a personalidades de la cultura y la sociedad (Joyce, Ghandi, Freud, Leopardi o Boulez, entre otros) y cincuenta y dos dibujos.

Los colores planos y delimitados, la fragmentación de los objetos y el magnífico control de la anatomía y del dibujo, parecen en Adami congregar un mundo clásico que, sin embargo, escapa del clasicismo académico al incluir una mirada política y pegada a su tiempo, una posición también intersticial entre mundos antagónicos y esencialismos excluyentes. Como se ha dicho en ocasiones, Adami procede en sus obras como un ensayista que buscara la referencia concreta, la nota al pie de página exacto, el trazo sutil y certero de una forma que se hace al nombrarla. Por estas razones, su trabajo ha servido de influencia en diferentes ámbitos, sobre todo en la ilustración y la publicidad, pero también en la continuidad del arte pop y en los análisis interpretativos de las imágenes contemporáneas.

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Al renunciar al pedestal, la escultura contemporánea inició una relación diferente con el entorno. Durante la gran influencia de la escultura minimalista se dejaron atrás las características clásicas que habían definido durante siglos la representación del cuerpo y la arquitectura en tres dimensiones. Las referencias directas de estos autores fueron Marcel Duchamp y Constantin Brancusi, principalmente, precisamente por la utilización de formas, objetos y materiales alejados de o enfrentados a lo académico. Aunque a Joel Saphiro (Nueva York, 1941) se le asoció durante mucho tiempo a esta tendencia artística, a partir de los años setenta sus esculturas se apartan formal y conceptualmente del minimalismo. Ante la pretendida negación de lo emocional en las formas y la ausencia de técnicas «artesanales», propias de escultores como Sol Lewitt, Carl Andre, Robert Morris o Donal Judd, Saphiro revela una vía narrativa. Rosalind Kraus vincula las esculturas del neoyorquino, en las que aparecen puentes, casas, un ataúd…, a una sensibilidad próxima al surrealismo; a Alberto Giacometti y Joseph Cornell, principalmente. Y la teórica interpreta el surrealismo como aquello que planta cara a la lógica racional.

Saphiro combina materiales, aunque emplea sobre todo hierro y madera. Recupera técnicas que, a su vez, provocan una reacción emocional en quien observa sus esculturas: en muchas ocasiones mostrando piezas rectangulares que se asocian y ensamblan arriesgadamente como si quisieran mostrar el desequilibrio existente en cualquier acción como un potencial inigualable. Son esculturas que, en sus versiones más pequeñas, obligan al espectador a inclinarse, a acercarse y, en cierta medida, a tomar partido. No hay en su producción una voluntad de que la mirada de quien las observa pase por encima y se evada o se pierda en la mímesis; sino que persiste en plantear una crisis de formas que desemboque en otra de sentimientos, donde lo general pueda sentirse como propio, incluso como apropiado. En esta muestra se expusieron diecinueve esculturas realizadas entre 1973 y 1990.

Dibujos 1915-1921

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José Victoriano González-Pérez, más conocido como Juan Gris (Madrid, 1887 – Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927) está considerado, junto con Pablo Picasso y Georges Braque, una figura esencial del cubismo. Se traslada a París con apenas 19 años y allí desarrolla toda su labor artística. Previamente, en España, trabajó como ilustrador y dibujante en el sector editorial, así como en publicaciones como Blanco y Negro o Madrid Cómico, y mantiene esta ocupación también en Francia, publicando en revistas como L’Assiette au Beurre y Charivari, entre otras. Aunque empieza a decantarse por el cubismo ya en 1910, es a partir de su participación en el Salon des Independents de París en 1912 cuando esta opción se torna su estilo y su investigación personal.

La muestra presentada en el IVAM Centre Julio González recogía una serie de dibujos desarrollados en el período comprendido entre el inicio de la Primera Guerra Mundial y las conclusiones inmediatas a la firma del Armisticio. Gris se mantuvo fiel al marchante alemán Daniel-Henry Khanweiler que no pudo pisar suelo francés durante los años de la guerra, lo que dejó al pintor español en una situación económica complicada. Son años de acercamiento e influencia a Henry Matisse, del descubrimiento de Paul Cézanne y de la incertidumbre estética provocada por Picabia y el dadaísmo. En la publicación editada por el IVAM se incluye la correspondencia del pintor con Léonce Rosenberg, otro de sus tres marchantes, con comentario y notas de Christian Derouet. Estos dibujos sintetizan al máximo el lenguaje cubista, y es donde el pintor muestra un interés mayor en las estructuras de los cuadros que en los propios objetos representados.

La incomprensión del trabajo de Juan Gris en España se alargó hasta la década de los ochenta, cuando instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Renia Sofía o la Colección Telefónica adquieren obras suyas.

Arte abstracto – Arte concreto. Cercle et Carré

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A finales de los años veinte, París es una ciudad cosmopolita que acoge a un gran número de artistas que huyen del auge del estalinismo, del fascismo y, a partir de 1933, del nazismo. El Surrealismo está firmemente asentado en París, es el movimiento abanderado por André Breton dispuesto a extenderse por el mundo. La fragmentación de la vanguardia parisina es evidente, sin embargo, y se observa en muchos artistas de tendencias abstractas y concretas que plantean un objetivismo en el arte muy alejado de los postulados surrealistas. Michel Seuphor y Joaquín Torres-García fundan el grupo Cercle et Carré, intentando incluir el Purismo y el Cubismo más abstracto con el fin de incorporar artistas franceses y ser aceptados por la crítica. El colectivo estuvo activo apenas unos meses de 1930 y realizó una exposición homónima con obra de 46 artistas de diversos estilos que, sin embargo, compartían conceptos constructivistas, geométricos y abstractos. Casi simultáneamente y en contra de este, Theo van Doesbourg y Jean Hélion, entre otros, crean Art Concret, un colectivo de duración todavía más efímera que el anterior. Pero Van Doesbourg analiza los fracasos de ambos movimientos y los refunda en Abstraction-Création que, este sí, nace en 1931 y perdura hasta 1936, incluyendo un centenar de miembros, de los que solo quince eran franceses.

Esta magnífica exposición se centró en la obra de artistas que, durante los años veinte, estuvieron activos en movimientos internacionales de abstracción, concreción o neoplasticismo, y que llegaron a la década de los treinta tras participar en tendencias como De Stijl, Bauhaus, Constructivismo, Unismo, el propio Surrealismo, la abstracción más clásica o el grupo a. r. polaco, que reunió la colección internacional del arte moderno de Lodz, entendida como un acto colectivo y social. También se dio a conocer a numerosos artistas desconocidos que participaron en grupos abstractos y concretos en Italia, Estados Unidos, Escandinavia, Suiza y Gran Bretaña. En la década que desencadenó la Segunda Guerra Mundial, este movimiento buscó (sin el éxito deseado) aproximar y hermanar a las naciones en la defensa de la cultura y en la realización de obras de arte.