Susy Gómez
Algunes coses que anomenava meues
La exposición es la primera muestra individual en un museo español de Susy Gómez, artista emergente en la década de los noventa. En esta muestra, la artista presenta tres grandes esculturas realizadas para esta ocasión, además de un conjunto de dibujos no expuestos anteriormente y varias series de fotografías de gran formato. El catálogo editado con motivo de la exposición (es la primera publicación monográfica sobre Susy Gómez) se ilustra con reproducciones de las obras expuestas junto a una recopilación antológica de la obra anterior de la artista y contiene textos de Estrella de Diego, Manel Clot y Enrique Juncosa.
Susy Gómez (Pollença, Mallorca 1965) estudió en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona. Tras su primera exposición en la Galería Norai de Pollença en 1987, irrumpió en la escena española a principios de los años noventa, provocando una gran sorpresa con su exposición individual en la Fundació Miró de Barcelona (Sense Títol. Espai 13, 1993), las posteriores en Galería Luís Adelantado en Valencia y Galería Maior de Pollença (1994), y sus participaciones sucesivas en ARCO. Desde entonces hasta ahora ha realizado una docena de exposiciones individuales destacando, entre ellas, Sense Títol. New Art (1996, Galería Toni Tàpies-Edicions T, Barcelona), La Casa Que Hoy Soy (1997, Galería Giorgo Persano, Turín), With A Kiss (1998, Centre of Contemporary Art Ileana Tounta, Atenas) y Maldito Corazón (1999, Musée d’Art Moderne et d’Art Contemporain, Niza). Su obra ha sido seleccionada para formar parte de importantes exposiciones colectivas como: Mudanzas (Whitechapel Art Gallery de Londres), Corpus Delicti (Espai 13 de la Fundació Joan Miró de Barcelona, 1994), Salón de los 16 (Museo Español de Arte Contemporáneo, Madrid 1995), Colección Ordoñez-Falcón (IVAM Centre Julio González, 1996).
El gran abanico de propuestas y categorías que se dejan ver en su obra, continuando la tradición iniciada por el postminimalismo que rechaza la forma por la forma sin querer imponer cualquier otra posibilidad, la vincula con las estéticas más actuales relacionadas con el cuerpo y la identidad femenina. La obra de Susy Gómez se caracteriza por una gran versatilidad técnica que va del dibujo al vídeo, pasando por técnicas híbridas que ha hecho suyas, como la manipulación informática de collages o la ampliación fotográfica de dibujos y la presentación de imágenes descontextualizadas a gran escala, siempre con grandes posibilidades simbólicas. La profunda libertad de la que disfruta para cambiar de registros y medios en busca de nuevos modos de expresión es uno de los aspectos que definen su singularidad. Por su escasez de medios y en su tratamiento clínico de la imagen y del objeto, se define como notablemente intimista, todos los elementos de la misma forman parte de lo cotidiano. Sus obras se centran en el estudio del sujeto pero desde ópticas distintas y en continua transformación. De este modo, parte de las obras de Susy Gómez se estructuran en torno a la idea del fin de la inocencia. En su trabajo siempre se suele destacar un gran sentido de la espacialidad disponiendo el conjunto de las obras de forma interrelacionada, es decir, como si se tratara de una instalación, adaptándose al lugar donde se muestra. Una mera enumeración de las imágenes con las que trabaja: corazones, casas, vestidos, paisajes, sugiere como temas el amor, el interior y las apariencias, la infancia y la memoria, la creación artística, lo que uno es y quienes le son cercanos, entre otras cosas.
Las imágenes de Susy Gómez tienen un aspecto de objetividad pero poco a poco se convierten en la ilustración de tremendas y poderosas obsesiones. Son de alguna forma deudoras del surrealismo, considerado como una tradición más amplia que iría de Buñuel a Louise Bourgeois y Bruce Nauman. En cada una de las exposiciones de Susy Gómez se aprecia una especie de teatralidad arrogante y frágil. Y es que todas ellas tienen algo de escenario, como si nos acogiera en el salón de una casa o en un teatro, para revelarnos y ocultarnos secretos. Su universo, en cualquier caso, está poblado por formas y objetos reconocibles que arrastran ya, con toda seguridad, un significado específico para el espectador. En combinaciones y configuraciones diversas, conforman una especie de poema visual tridimensional que es a la vez evocador, lúdico y apasionado.