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Tollos es una pequeña localidad situada en el Vall de la Seta, un pueblo en el que nunca había estado. Lo he ido conociendo a través de sucesivas visitas, de la mano de las vecinas y vecinos que me han acompañado y explicado su historia a través de datos, anécdotas y vivencias personales.

A medida que voy conociendo a sus habitantes, los que viven allí de forma permanente y los que van a diario por trabajo, me llama la atención que, en un grupo tan reducido, hay personas de muy distintas procedencias: tolleras de origen conviven con otras provenientes de Inglaterra, Argentina o Valencia. Pero, curiosamente, todas tienen un vínculo común: Tollos es un lugar escogido por voluntad propia. Ninguna ha vivido siempre allí. Unas lo han elegido por ser el paraíso soñado (buen clima, tranquilidad, más barato que su país …), varias han vuelto tras la jubilación a su lugar de origen, y otras han encontrado aquí su proyecto de trabajo en un entorno duro pero amable y saludable…

Sin embargo, este lugar idílico hace aguas cuando se imponen otras realidades: la permanencia de los hijos, la falta de escuela, la movilidad cuando se envejece… A veces no es fácil habitar el paraíso.

Cada vez que llego a Tollos siento que todo se ralentiza y que conecto con algo atávico que lucha por permanecer… Cierro los ojos. Pienso en la idea del campo habitado y me viene a la mente el sonido del rebaño, del pastor que conoce el territorio como la palma de su mano, del grupo que vertebra el paisaje.

En este proyecto trato de recuperar esa sensación, el sonido perdido que nos trae a la memoria ese recorrer. Para ello trabajo con cencerros y campanillos, tratando de generar una integración del sonido con el lugar, mediante una pieza sencilla que rescata ese objeto ancestral. La instalación consta de unas cuarenta estructuras metálicas a modo de tallo, de las que van suspendidos cencerros de diferentes tamaños y sonoridades.

Puedes descargarte aquí la información ampliada sobre mi intervención.

Pilar Beltrán (Castelló, 1969) compagina la creación artística con la docencia en la Facultat de Belles Arts de València (UPV). Sus propuestas surgen, a menudo, de reflexionar sobre lo más cercano para entender lo global, utilizando elementos (auto)biográficos para hablar de la experiencia colectiva.

Famorca es un pueblo encajado entre dos laderas: trepa la falda norte de la Sierra de la Serrella y mira hacia la cara sur de la Sierra de Aitana. Al contrario que el resto de los pueblos de la zona, sus calles están orientadas al norte, de espaldas al Sol. Esta extraña disposición se explica por los abundantes cauces de agua que en su día caían de la ladera de la Serrella, pequeños arroyos que iban al barranco a los pies del pueblo y abastecían a los vecinos y sus cultivos.

Hoy, no queda rastro de aquellos arroyos pero muchos vecinos dicen recordarlos. Al hablar con ellos, también remiten a La Serrella nevada de sus infancias. En las postales del pueblo, en sus fotos de perfil, a menudo aparece esa imagen que, según cuentan, duraba meses, mientras que ahora apenas aguanta una semana al año. Quizás producto del cambio climático, quizás recuerdo distorsionado, parece extendida la sensación de que en Famorca cada vez llueve y nieva menos.

Cosechando Inviernos toma como punto de partida diferentes elementos característicos de Famorca – como la nevera, la red de servicios en tránsito y las fiestas locales–, para proponer un día de celebración en torno a la fabricación de unos helados.

Durante dos tardes de junio nos juntamos en torno a una mesa llena de productos de la comarca. De la mano de Alba Llodrà, cocinera del bar de la vecina población de Fageca, buscamos recuperar sabores pero también encontrar asociaciones insospechadas. En la memoria de las vecinas se mezclan licores, tierras y frutos y, a través de un taller de modelado, en su iconografía particular aparecen pinturas rupestres, elementos arquitectónicos y cultivos autóctonos.

Puedes descargar aquí más información sobre nuestra intervención en Famorca.

La Cuarta Piel es una comunidad de prácticas que vincula procesos participativos al cuidado del entorno. Fundada en Alicante, traduce los procesos que sustentan la vida humana en las ciudades. Lo hace a través de situaciones hedonistas que materializan las relaciones ecológicas de estos complejos procesos y las acercan a una escala humana.

Durante mi estancia en Benimassot realicé una serie de rutas tanto por el pueblo como por sus alrededores. A pesar de ser una localidad cuyas casas se distribuyen a lo largo de una ladera, en unas pocas calles, la extensión de los terrenos y los puntos de interés en torno a esta se expanden mucho más. Gran importancia y peso tiene el paisaje, con todas las casas mirando al valle en el que se encuentran, frente a La Serrella. Pero quizás, lo que más me sorprendió de todo lo visto y oído en Benimassot, era la ausencia del agua. Tania, la vecina que me enseñó todos estos lugares durante mi estancia, comenta que jamás había visto las fuentes secas. El agua de repente se había convertido en un recuerdo, un fantasma.

Esta idea en torno al agua, es la que escogí para realizar mi propuesta artística, materializándola en una serie de elementos que aluden a la importancia del agua sin recurrir a ella, a partir de un modelado en 3D. En este caso, me pareció oportuno realizar unas pequeñas esculturas que apelan al momento de lanzar una moneda al agua para pedir un deseo. Más allá del valor económico que tienen, me interesa mucho el valor sentimental que se les concede a estos objetos que vehiculan deseos. Cuando tiras una moneda al agua también lanzas las esperanzas que depositas en ella, que en este caso podríamos enfocar en el deseo de que vuelva el agua a correr por el canal y las fuentes del pueblo.

Puedes descargar aquí más información sobre mi intervención en Benimassot.

Lola Zoido (Badajoz, 1994) es una artista que explora la manera en que construimos nuestra realidad mediante procesos digitales. Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y actualmente basada en Madrid, la práctica de Zoido se centra tanto en el resultado virtual como en el material de la generación de imágenes. Su producción combina una mirada desde lo analítico y lo poético sobre las relaciones que surgen en la intersección entre lo digital y lo físico.

La primera impresión que obtuve de Benillup, tras mi primera visita, fue la sensación de quietud que se percibe en el lugar. Y siendo yo un artista que trabaja con lo sonoro, se me ocurrió que tenía una oportunidad perfecta para casar esa quietud del entorno y el sonido en mi proyecto artístico.

Durante los diferentes paseos realizados a finales del mes de marzo de 2023, tanto en el entorno urbano, como en el agrícola y natural de Benillup, seleccioné una serie de puntos o Lugares De Escucha (LDE) distribuidos por diferentes áreas centrándome, sobre todo, en las cualidades acústicas. En mi intervención, he planteado estos puntos como una invitación a escuchar el lugar de una manera profunda y no invasiva. LDE Benillup se centra, sobre todo, en una escucha creativa, no analítica del entorno, que considera a los sonidos como objetos, seres o criaturas inmateriales que se mezclan en nuestra percepción, en un reensamblaje infinito y momentáneo a la vez.

Además, en el mirador Vall de Travadell, he realizado una instalación sonora site specific con la que experimentar otra forma de escucha: la audición por inducción ósea de la pieza sonora titulada Sub-Vertical. La pieza está compuesta con material grabado en los diferentes entornos de Benillup y pretende denunciar –de una forma sutil y silenciosa pero potente–, la problemática del talud del Barranco de Caraita que amenaza a la población.

Puedes descargar aquí toda la información de mi intervención en Benillup. Y a través de este enlace, puedes escuchar la pieza sonora Sub-Vertical.

Rubén García Villaplana (Bicorp, 1974) es biólogo, audio artista y comisario independiente con base en Valencia. Ha realizado conciertos, talleres e instalaciones tanto en España como en otros países. En el ámbito científico ha trabajado en el campo de la ecología de comunidades y la bioacústica, sobre todo en comunicación ultrasónica de quirópteros. Tiene diversos trabajos editados en diferentes formatos en Europa, EE. UU., Sudamérica y Australia.

CONFLUÈNCIES. Intervenciones artísticas en el medio rural llega al final de su proceso de residencias y creaciones artísticas. Tras urdir vínculos, acciones, piezas y experiencias entre artistas, habitantes y visitantes en los pueblos de las fases anteriores (Alto Mijares, Alto Palancia, Els Ports y las comarcas centrales de València), este programa alcanza las comarcas de Alicante con residencias e instalaciones específicas en cuatro pueblos de El Comtat. Estas se encuentran en Benillup, un municipio ubicado en el centro del valle del Travadell; en Benimassot, conocido como el mirador de la Serrella desde el que se pueden contemplar las magníficas vistas sobre el Vall de la Seta; en Tollos, el municipio alicantino más pequeño, que también mira al valle abierto por el río que le da nombre; y en Famorca, pequeña localidad adosada a la ladera norte de La Serrella.

Tras sus primeras acciones en la comarca durante el invierno de este año, Confluències se ha extendido durante meses generando un marco de creación y mediación artística, con la implicación de los lugares que lo reciben y de las personas que los habitan. A partir del diálogo y convivencia con las y los artistas, se están realizando los diversos proyectos de mediación y creación en los cuatro pueblos de El Comtat:

• Rubén García, en Benillup, nos invita a prestar atención a los sonidos que forman parte del paisaje del término, donde ha generado una instalación en el mirador del Travadell con la que experimentar la escucha sin la intervención de los oídos y a través de la inducción ósea.
• Lola Zoido, en Benimassot, ha creado una serie de esculturas a partir del uso de la IA, que apelan al gesto de lanzar monedas al agua para pedir deseos. La intención es instalarlas en el canal —ahora seco— que atraviesa el pueblo.
• Pilar Beltrán, en Tollos, trata de recuperar el sonido perdido de los rebaños que antes pacían por el territorio, mediante la instalación de una serie de esculturas de las que penden cencerros y campanillas de diferentes tamaños y sonoridades.
• La Cuarta Piel, en Famorca, ha subido hasta la Nevera de la Font y ha recuperado las historias populares, de cuando el hielo salía de este enclave hacia las ciudades de la costa. Este es el punto de partida de su intervención, en la que las vecinas del pueblo han diseñado el “helado de Famorca”, que podremos degustar el 8 de julio.

CONFLUÈNCIES no habría sido posible sin la inestimable ayuda —antes, durante y tras sus periodos de estancia—, de los ayuntamientos y agentes locales, así como de los vecinos y vecinas que facilitan alojamientos, encuentros, conversaciones y gestiones para poder llevar a cabo las intervenciones artísticas en sus municipios.

Los 24 pueblos que conforman la Ruta 99 y en los que CONFLUÈNCIES propone su programa de intervención artística durante los años 2021, 2022 y 2023 son: Espadilla, Fuentes de Ayódar, Torralba del Pinar, Torrechiva, Vallat, Villamalur, Higueras, Pavías, Matet, Sacañet, Fuente la Reina, Castell de Cabres, Herbés, Palanques, Vallibona y Villores, en la provincia de Castellón; Sempere, Carrícola y la Puebla de San Miguel en la provincia de Valencia; y Benillup, Benimassot, Famorca y Tollos, en la de Alicante.

Durante mi estancia en Villores, pasear por los caminos y rutas alrededor del pueblo fue mi actividad principal y parte fundamental del proceso creativo. Estos paseos no solo me permitieron observar y conocer el territorio, sino que fueron, asimismo, un momento de aislamiento y reflexión.

En los últimos años, los pueblos de estas zonas están sufriendo un éxodo de población que está afectando al paisaje, la agricultura y la economía. Los pastos se están secando y, en su lugar, están apareciendo placas solares y parques eólicos que explotan los recursos naturales de la zona.

Me interesó investigar cómo un territorio puede quedarse vacío de personas, pero aun así continuar explotando sus recursos. Y cómo podemos abordar la relación entre la naturaleza, la tecnología y estas problemáticas actuales. Además, me interesa la importancia del presente y del pasado en estos contextos, y qué miradas existen hacia el futuro.

Con todas estas imágenes e ideas en torno al lugar, mi propuesta para el pueblo de Villores tiene como objetivo explorar estas problemáticas y reflexionar sobre cómo podemos abordarlas de manera creativa. Para ello, utilizo un software de generación de imágenes a partir de texto, con el fin de crear una serie de piezas que aborden estas cuestiones.

Puedes descargar aquí más información sobre mi intervención en Villores.

Lola Zoido (Badajoz, 1994) es una artista que explora la manera en que construimos nuestra realidad mediante procesos digitales. Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y actualmente basada en Madrid, la práctica de Zoido se centra tanto en el resultado virtual como en el material de la generación de imágenes. Su producción combina una mirada desde lo analítico y lo poético sobre las relaciones que surgen en la intersección entre lo digital y lo físico.

Vallibona realiza una carbonera de vez en cuando para recordar uno de los oficios que ha dado mayor identidad al pueblo, ya que fue durante muchos años el medio de subsistencia de sus gentes. En este contexto, me incluyo en su proceso de recreación histórica y lo abrigo guardando la carbonera durante una semana. En la que invito a vecinas y visitantes a reunirse alrededor de esta montaña incandescente para hablar sobre la extracción natural y cultural, contar historias, cantar canciones, hacer tarot y guardar el fuego hasta que salga el humo azul y las puntas ya no estén blancas.

Debido a las grandes sequías y los incendios que sufre la Comunidad Valenciana, finalmente no hemos podido encender la carbonera, que permanecerá a la espera de las lluvias del próximo invierno. Pero de esta experiencia, la de compartir espacio, tiempo y quehacer con las personas del pueblo, hemos generado una película de 16 mm. Y mientras esperamos que las condiciones nos permitan encender la montaña de madera, nos reunimos en torno a otra Carbonera, el bar con ese nombre en el que nos acogen Tere y Manel. De esta forma hemos ido juntando trocitos arqueológicos para formar un ensayo fílmico del pueblo y su gente, a través de imágenes con grano y palabras de tierra.

Puedes ver la película Al Voltant de la Carbonera, a través de este enlace y descargar aquí toda la información de mi intervención en Vallibona.

Laura Palau (Benlloc, 1993) se considera una agricultora urbana o una cosmopolita rural. Piensa con las manos y confecciona con el cerebro. Anda entre comunidades rurales y ciudades contemporáneas y las intersecciones entre estos dos ámbitos componen la tierra en la que crece su práctica artística. Valiéndose del pensamiento feminista y autóctono y del conocimiento rural, aborda dicotomías como el ser humano frente a la naturaleza, el campo frente a la ciudad y el local frente a lo global, con el objetivo de deconstruir tales distinciones. Para ella, las nociones de hacer juntos son cruciales para descentralizar al artista como genio y creador único, fomentando un espacio de transformación en el que el acto de crear colectivamente sea posible.