José María Sicilia
Pinturas de 1987 y 1988
La primera exposición realizada en la sede del IVAM Centre del Carme cumplió su propósito de mostrar la obra de artistas jóvenes con proyección internacional que estuvieran aportando, en ese momento, una mirada nueva al arte contemporáneo. Si bien predominaron más aquellas que dialogaban con la espléndida arquitectura de las salas Ferreres y Goerlich a través de intervenciones específicas, la presencia de José María Sicilia (Madrid, 1954) puso en el centro del debate la pintura de tintes abstractos y expresionistas que evitaba definirse como tal, escapando de etiquetas recurrentes.
Esas pinturas de 1987 y 1988 buscaban un diálogo fértil entre las formas y el fondo, pero también entre pintura y cuadro, entendiendo una como el contenido del otro, el continente, y el intento de romper con dichos formalismos. Aparecen contornos de figuras vegetales, flores principalmente, que se fusionan con los fondos, pero marcando un territorio orgánico que contrasta con la presencia de figuras geométricas de colores planos. La dualidad entre pintura y cuadro, es decir, entre aquello que se integra como abismo en el soporte de representación es un reflejo de la propia creada entre lo orgánico y lo geométrico; o entre lo sólido y opaco y lo transparente o velado.
Sicilia estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y se instaló en París en 1980, compartiendo investigaciones y hallazgos con el artista Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948 – Cercedilla, 2018). Recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas ese mismo año 1989.