Dosier ‘La Nave 1984-1991’

DossierIVAM Centre Julio González

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El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) presenta la exposición La Nave 1984-1991, un repaso a la trayectoria de este colectivo valenciano, convertido en un referente del diseño de la década de los 80, a través de sus iconos y proyectos más significativos.

La Nave surgió en València en 1984 de la unión de dos equipos, Caps i Mans y Enebecé. Estaba compuesto por once diseñadores que compartían una nave industrial de más de 400 m2 (de ahí el nombre del grupo) y que trabajaban tanto individualmente como en equipos formados exprofeso para dar respuesta a encargos de mayor complejidad.
El trabajo de La Nave se encuadra en un contexto social de trascendentales cambios políticos, sociales y culturales que dieron origen a lo que se denominó «La movida» y que tuvo especial relevancia en Madrid, Barcelona y València. Este momento histórico fue, además, un punto de inf lexión en la práctica del diseño con la aparición y consolidación de la estética posmodernista, que representó una liberación formal y la superación definitiva de los rígidos principios del Modern Style sintetizados en el rechazo al ornamento —postulado por Adolf Loos— y la máxima de Sullivan «la forma sigue a la función». El diseño resultante se vio influenciado por los principales movimientos de ruptura de la época: Memphis y Alchimia en Italia; la figura emergente de Philippe Starck; el grafismo de Neville Brody; el trabajo de Sostres o Peret en Barcelona, o el de Tibor Kalman en Estados Unidos.

La Nave se disolvió en 1991, justo cuando empezaba a contar con clientes extranjeros como Alessi, en Italia, o Tombow en Japón. A lo largo de esos siete intensos años, las circunstancias personales y profesionales de algunos de sus miembros habían cambiado y se fueron distanciando. Los objetivos comunes iniciales dejaron de ser compartidos por todos y, de manera paulatina, fueron abandonando la nave hasta que en el verano de 1991 el colectivo dejó de existir. Desde ese momento, cada cual prosiguió con su trayectoria profesional. La posterior labor docente de gran parte del grupo, su implicación en actividades colectivas y la buena relación personal y de colaboraciones que mantuvieron a lo largo de los años, ha facilitado que el espíritu de La Nave siga vivo.

ICONOS Y PROYECTOS
La Nave lideró el paso de una concepción clásica, si es que se puede usar este término en el diseño, a otra nueva. Y lo cierto es que esta mentalidad posmoderna se adecuaba con mucha más perfección a la nueva realidad social y productiva en la que el valor comunicativo del objeto iba ganando terreno a los aspectos funcionales, entre otras cosas porque la tecnología empezaba a conseguir que la resolución de la función fuera casi inmaterial, con lo cual su incidencia en la estructura del objeto y, por lo tanto, en su forma es prácticamente nula; y en segundo lugar porque el mercado y su insaciable necesidad de novedad comenzaba a imponerse. Fue el paso intermedio entre el movimiento moderno y su lema «la forma sigue a la función» y la situación actual, en la que el lema podría cambiar por «la forma sigue al mercado».

La Nave fue un espejo en el que se miraron muchos de los diseñadores de la época. Imágenes diseñadas para organismos públicos o para empresas privadas no sólo tuvieron gran trascendencia entre los profesionales del momento, sino que han perdurado a lo largo de los años, lo cual viene a ser un refrendo de su adecuación y durabilidad por encima de modas y tendencias. Estos trabajos avalaron la percepción posterior de La Nave como un referente de calidad y de rigor profesional. La exposición se articula a través de dos lenguajes museográficos. El primero de ellos se manifiesta en vertical. Sobre las paredes de las salas se disponen un total de 32 gigantografías, grandes imágenes de tres por tres metros, elegidas entre los diferentes proyectos y disciplinas trabajadas por el colectivo y que funcionan como memoria, como representación de lo que se conoce o recuerda de los proyectos de La Nave: las identidades corporativas de Generalitat Valenciana, EMT València, Instituto Nacional de Estadística, Sociedad General de Autores SGAE, Jardín Botánico de València, IMPIVA, CVT Consorci Valencià de Transport, Parc Tecnològic, Institutos tecnológicos, FGV Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana, Gandía Blasco, ACTV, Aumar, Industrias Saludes, Tráfico de Modas, Gres de Valls, Mugarsi, Alessi, Tombow, Goldwin o Maruchu.

Un segundo lenguaje se despliega en horizontal. Sobre mesas dispuestas en el centro de las salas se presentan un total de 47 «escenarios». Cada uno de ellos ilustra un proyecto concreto o trabajos diversos agrupados porque fueron creados para un mismo cliente o porque comparten la misma temática. Entre ellos, el primer encargo que reunió a todos los miembros de La Nave: el diseño de un pabellón para exponer los recién creados Premios Valencia Innovación. También se incluye el trabajo para la señalización turística de la autopista AP-7 y que supuso un Premio LAUS para el grupo por su solución rupturista y arriesgada.

En la última sala se exhiben sobre tarimas cinco piezas de mobiliario y de equipamiento urbano, entre las cuales destaca la fuente diseñada para la Expo de Sevilla o las sillas Gong y Triana que representan la asimilación de las tendencias de vanguardia procedentes de Milán y de Londres. Al fondo, una cuadrícula reúne más de 100 marcas diseñadas por La Nave durante siete años. El fruto de un trabajo intenso, riguroso y comprometido.

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