Anthony Caro. The Barbarians
Premio Julio González
Con la edición del VI Premio Internacional Julio González, el IVAM Institut Valencià d’Art Modern rinde homenaje a la obra de Sir Anthony Caro, artista galardonado, con esta distinción, este año 2006. Por este motivo el IVAM exhibe una de sus más recientes instalaciones escultóricas de gran formato, que a su vez forma la serie llamada The Barbarians (Los bárbaros), creada entre 1999 y 2002.
Nacido en Londres en 1924, Anthony Caro ha desempeñado un papel crucial en el desarrollo de la escultura del siglo XX. Realiza sus primeras esculturas en 1946, tras haber iniciado estudios de ingeniería. En 1947, comienza su formación en la Royal Academy School de Londres, y, entre 1951 y 1953, trabaja como ayudante de Henry Moore en el estudio de éste. A finales de la década de los cincuenta se aleja de su etapa figurativa y otorga a su escultura un estatus propio e independiente, sin pretensiones de imitar la realidad. Este período coincide con su viaje a Estados Unidos, donde descubre la obra de David Smith, escultor que introduce por primera vez la escultura en hierro soldado. A partir de este encuentro, el británico abandona la escultura tradicional en metal para construir obras abstractas con materiales industriales.
Sus esculturas pasan a definir un espacio físico único y funcional. Incorpora asimismo la fuerza creativa de los constructivistas rusos, de Giacometti, de la escultura de Picasso y de la de Julio González, entre otros. Caro trabaja habitualmente con acero, mas también utiliza una gama diversa de materiales: el bronce, la plata, el plomo, la cerámica, la madera, la terracota y el papel, entre ellos. Siempre ha despertado su curiosidad trabajar con los materiales menos usados en su escultura. Los incluye, los combina y los ensambla influenciando intensamente en su proceso creativo.
Con The Barbarians vuelve, tras años de abstracción, a la escultura figurativa. Esta serie representa un grupo escultórico de seis fieros jinetes, pertrechados de lanzas, arcos y látigos, acompañados por una figura solitaria sobre un carro tirado por un buey. Las siete piezas tienen su inicio en un paseo de Anthony Caro con su esposa por Londres en 1999; paseo en el que descubren, en una tienda de segunda mano, varios objetos procedentes de un gimnasio que llaman su atención poderosamente. Se trata de unos potros de madera que desprenden un aire nostálgico. El escultor los mira e imagina que ve en ellos un contingente de jinetes toscos a más no poder, un grupo de bárbaros venidos del pasado y reunidos delante de una tienda en el centro de la ciudad. Esta anécdota es el comienzo de la serie, pero su concepto surge tiempo atrás: concretamente, en los años cincuenta, en el estudio de Moore, cuando trabaja con formas figurativas, y también en los ochenta, cuando se interesa por la antigüedad clásica y asimismo es lector habitual de literatura y poesía.
Contemplando las obras expuestas en la Galería 3 vienen a la memoria los versos del poema de 1904 “Esperando a los bárbaros” de C. P. Cavafis, poeta bien conocido por Caro, composición cuyo tema principal es “la necesidad de la llegada de bárbaros” en la sociedad actual. El artista divaga con las posibilidades creativas que supondría este impacto desestabilizador en nuestra época. En su estudio las figuras son creadas sobre los potros, cada una modificada y elaborada con elementos de madera, acero y arcilla. La madera y el acero se cortan para que encajen, pero no se modelan ni refinan. Los componentes de arcilla, que han sido elaborados por Caro en el sur de Francia con el ceramista Hans Spinner, lo han sido no para ninguna figura en concreto, sino como partes de una colección de cabezas, piernas, torsos y brazos que se mezclan y unen en el estudio, se trata de una metáfora idónea para explicar la diversidad genética de los pueblos nómadas.
Observando sus esculturas, se percibe que el artista conecta cosas y las ensambla. No las refina, eliminando ciertas partes o reduciéndolas, a la manera tradicional del maestro de Caro, Henry Moore. Los materiales para crear arte están, según Caro, a nuestra disposición en el mundo que nos rodea, no escondidos en la piedra o la arcilla ni el campo de la certeza metafísica. Las partes requieren una unión inspirada, nada más, y piden ser unidas de un modo que les garantice cierto parecido con la autonomía física de su original. Con este trabajo, el británico Anthony Caro vuelve a la figuración y a la escultura narrativa. The Barbarians es la culminación de sus propias ideas y reflexiones generadas durante cincuenta años de brillante trayectoria artística.