Hans Hartung dialoga con Julio González

Pintura, dibujos y esculturas (1937-1949)

ExposiciónIVAM Centre Julio González

En 1937, Hans Hartung (Leipzig, 1904 – Antibes, 1989) conoció personalmente a Julio González (Barcelona, 1876 – Arcueil, 1942), autor de una obra por la que siempre había mostrado especial interés. En el taller del escultor Hartung se inició en las técnicas de la soldadura del hierro y de la forja. Dos años más tarde contrajo matrimonio con Roberta, la única hija de González. Ante la invasión de Francia por el ejército nazi, durante 1940-41 vivió refugiado en Lot con su familia política. De este reencuentro entre Hartung y González arrancarán las investigaciones plásticas posteriores del artista alemán. Otro factor aglutinador fueron los dramáticos acontecimientos que sacudieron Europa en aquellos años que forzaron el compromiso de ambos artistas, manifestándose en una manera idéntica de pensar el arte.

Esta exposición que reconstruye el diálogo entre la obra de estos dos artistas tiene como finalidad acoger y profundizar en la influencia creativa del escultor que da nombre a una de las sedes del IVAM. Los dibujos, esculturas y pinturas, todos pertenecientes a este período histórico y estético clave en estos años de intenso debate e investigación formal, se presentan en la sala dedicada permanentemente a Julio González, ilustrando el intercambio de ideas y prácticas constructivas en el trabajo de ambos.

Tras su huida de la zona ocupada por las tropas alemanas, encuentran refugio en el Lot, en Lasbouygues, cerca de Montcuq. El contexto exterior, tan opresivo para un artista alemán residente en Francia en 1939, no parece intervenir en su evolución pictórica, demostrando la fuerza de su carácter que emerge sobre su obra.

Se establece de esta manera una fructífera conversación entre los dos artistas que producirá en Hartung un tipo de dibujos que prefiguran todas sus investigaciones de la postguerra. González le enseña el papel de los vacíos y la forma de dibujar en el espacio, además de instruirle en los principios del ensamblaje a partir del potencial de elementos dispares que había practicado con Picasso en las décadas 1920-1930. Más allá de un parentesco formal, revelado en una práctica ineludible del dibujo, Hartung y González se expresan con una misma urgencia y una misma resistencia. Sometidos a una actualidad que no dominan, actúan a través de la práctica del dibujo y de la escultura con una agudeza perceptiva exasperada. Esta exigencia los aproxima, en un mismo exceso, como respuesta a la masacre que tiene lugar durante aquellos años.