Guillermo Kuitca
El artista argentino Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961) se ha confirmado en los últimos años como uno de los nuevos nombres emergentes en el panorama internacional. Además de numerosas exposiciones individuales (entre ellas en el MOMA de Nueva York), su producción se ha mostrado en la Bienal de Sao Paulo y en la pasada edición de la Documenta de Kassel.
Esta retrospectiva constituye la primera oportunidad de ver una antología de su obra dentro del ámbito europeo y cuenta con unas 70 obras representativas de sus distintas etapas: sus primeras obras (“Nadie olvida nada”), las pinturas con canciones (“Hold me tight”, “Strawberry fields forever”), las pinturas escenográficas, los mapas (“Praga”, “Untitled roads”, “Olvidar Hamburgo”) y las plantas (“The lost language of cranes”, “Planta roja”, “House plant with broken heart”).
Kuitca viaja en 1980 a Europa y en Wuppertal entra en contacto con la compañía teatral de Pina Bausch. A su vuelta comienza a colaborar en proyectos teatrales. En sus primeras series el elemento escenográfico es innegable, especialmente “El mar dulce”. Es el momento de creación de su lenguaje: por un lado, de un alfabeto simbólico de elementos cotidianos (cama, velador, mujer, referencias infantiles, árboles…), un mundo íntimo recurrente al que somete a un proceso de extrañamiento, básicamente por su tratamiento del espacio, el cambio de escala y la simultaneidad de escenas, que hacen que los gestos humanos cobren un callado dramatismo. Por otro, la utilización de conexiones no pictóricas, música, literatura, cine, a través de citas y aproximaciones.
A mediados de los ochenta plasma sus afinidades literarias en una serie de obras que presentan textos e imágenes superpuestos, elementos de origen publicitario a los que recurre para crear asociaciones poéticas. A la vez comienza a trabajar en unos motivos que confirman su interés por el espacio: tanto el interior de las plantas de apartamentos como el exterior en los mapas. Ambos son representaciones abstractas de espacios, y es esa neutralidad y asepsia la que intenta romper mediante asociaciones subjetivas, introduciendo la mirada personal.