Gary Hill
Gary Hill (Santa Mónica, California, 1951) está considerado uno de los artistas fundacionales del videoarte que está en la base de sus instalaciones de los años setenta y ochenta. En la actualidad es más conocido por sus montajes y obras performativas, donde investiga sobre las nuevas formas del lenguaje en contacto con la tecnología a través de un amplio abanico de técnicas. En ellas, en palabras del mismo artista, “la experiencia del tiempo queda desplazada por la experiencia física a un grado mucho más elevado. Mi intención es que el espectador se vea visceralmente confrontado con las cosas, las imágenes y las ideas”.
Sus reflexiones se sitúan en la intersección de cuatro ejes principales. El primero se centra en el cuerpo como emisor/receptor de lenguaje; el segundo analiza el lenguaje mismo a través de la constante imbricación de imagen, sonido, texto y verbo; el tercero incorpora la interacción permanente de la obra con el espectador; y el cuarto y último profundiza en el proceso de creación que pasa por la desestructuración constante, la deconstrucción de elementos preexistentes extraídos de imágenes del mundo, de textos literarios (Maurice Blanchot), filosóficos (Martin Heidegger, Gregory Bateson), o religiosos (escritos gnósticos). El desorden que crea no es más que apariencia para hacer renacer mejor su propia subjetividad.
Sus propuestas, que comienzan por experimentaciones ligadas al medio (imagen y sonido), se desplazan muy pronto sobre cuestiones ontológicas que pasan por la inmaterialidad de la imagen electrónica. Jacinto Lageira añade: “Gary Hill, que conoce perfectamente los métodos y los principios de las ciencias humanas, no tiene la intención de hacerse pasar por ilustrador de teorías lingüísticas, literarias o filosóficas. Sus vídeos forman parte, antes bien, de la esfera del arte; de categorías y formas que pertenecen al dominio de la estética. Lo que hace complejas y ricas las cintas de Gary Hill es el intento de demostrar que el lenguaje no es un objeto o un instrumento, sino una mediación significativa entre los individuos que no puede ser cosificada. Esta mediación, habiendo construido una red de símbolos a partir del lenguaje, es, a la vez, fuente y conclusión del trabajo”.
La exposición, la primera de carácter individual en nuestro país, comprende una selección de siete trabajos realizados entre 1983 y 1992.