Erik Satie: del Chat Noir a Dadá

ExposiciónIVAM Centre Julio González

Erik Satie (Honfleur, 1866 – París, 1925) escribió en sus Mémories d’un Amnésique: “Tuve una infancia y adolescencia vulgares sin rasgos dignos de ser contados en escritos serios. Así que no hablaré de ellas”. Su biografía artística, como el propio compositor consideraba, comenzó cuando dejó su Normandía natal y se trasladó a París. Para poder seguir sus estudios en el conservatorio de París se instaló en Montmatre, donde acompañaba al piano de las representaciones de “teatro de sombras” en el Chat Noir y posteriormente en el Auberge du Clou, locales que frecuentaban Claude Debussy, Alphonse Allais, Maurice Radiguet, Miguel Utrillo o Suzanne Valadon, con quienes Satie mantuvo una estrecha amistad, así como el grupo de pintores españoles que formaban Rusiñol, Casas y Zuloaga, que retrataron a Satie en varias ocasiones. En sus primeras obras se podía apreciar interés por las formas medievales y la música gregoriana, en consonancia con un sentido del humor que impregnó sus parodias wagnerianas, con las que se opuso a la estética de los impresionistas. Entre sus obras líricas, dentro de esta línea, destacaban Le Pìege de Médise (1913) y Parade (1917), espectáculo para ballet, con libreto de Cocteau, decorados y figurines de Picasso, y escenografía de Massine, obra que le procuró gran renombre entre los vanguardistas.

 En la época del cambio de siglo la pintura estuvo en la vanguardia de los grandes cambios estéticos, desde el simbolismo a los nabis, el cubismo y dadá y Satie fue un testigo privilegiado de esta evolución. Man Ray dijo de él que era “el único músico que tenía ojos” y en su entorno siempre hubo una mayoría de pintores, como Picasso o Suzanne Valadon que le retrataron, u otros amigos como Brancusi, Braque, Man Ray, Magritte, Miró y Dalí que le homenajearon en su obra. Satie llegó a afirmar que “los pintores le habían enseñado música mucho mejor que los músicos”, y él mismo realizó numerosos dibujos a lo largo de su vida en los que recreó un mundo fantástico y onírico, dibujos que guardaba en su habitación y se descubrieron tras su muerte.

 Erik Satie: del Chat Noir a Dadá analiza las relaciones e influencias entre la pintura de vanguardia y el vocabulario sónico de un artista que presentó una evolución ligada a los cambios de paradigma estético de principios del siglo XX. Coincidiendo con la exposición se han programado cinco conciertos con obras de Satie, con la colaboración del Palau de la Música, la Fundación Bancaixa y el Institut Français. Asimismo, como actividad complementaria a la exposición, el IVAM organiza un taller didáctico sobre las creaciones musicales de Satie y su relación con las artes plásticas. El taller ha sido diseñado por alumnos y profesores de la Escuela de Artes y Oficios de València y cuenta con el patrocinio de Bancaixa.