Alfred Kubin
Sueños de un vidente
Alfred Kubin (Leitmeritz, 1877 – Zwickledt, Austria, 1959) desarrolló su obra como artista gráfico, ilustrador de libros y escritor. De temperamento y sensibilidad angustiados, sufrió una atormentada infancia y una difícil adolescencia salpicada por la trágica muerte de su madre, la furia de su padre y constantes crisis nerviosas. Este contexto convertiría paulatinamente al artista austriaco en una persona introvertida cuya imaginación se decantaba cada vez más por escenas de destrucción, putrefacción y horror.
A pesar de su constante aislamiento social, Kubin, influyó, y se vio influenciado, por tres de los movimientos artístico-intelectuales más importantes del siglo veinte. Estuvo cerca del Simbolismo, sin poder ser considerado artista simbolista, porque sus imágenes poseían un carácter psiocológico, psicoanalítico, tormentoso y profundo que lo acerca a dicho movimiento, mientras que carecía del sentido decorativo y gusto lineal propios de los simbolistas. Tampoco puede ser considerado un artista expresionista propiamente dicho, pues nunca desarrolló temas sujetos al criticismo social y político aunque compartió la idea del arte como expresión y durante un breve periodo de tiempo perteneció a Der Blaue Reiter cuyo misticismo ya puede encontrarse en su novela Die andere Seite (1908). También se aproximó formalmente al modo de trabajar de los artistas de Die Brücke a partir de 1910 y desde 1920 al grupo de la Neue Sachlichkeit (La Nueva Objetividad).
La exposición Alfred Kubin. Sueños de un vidente, curada por José Miguel García Cortés, estaba formada aproximadamente por 115 obras originales del artista y escritor, una serie de 15 litografías y 12 ilustraciones para libros. La muestra organizada siguiendo cuatro líneas temáticas, ejes vertebradores de la obra de Kubin, reflejaba una poética derivada de los traumas, ansiedad y frustraciones que llevaron al autor austriaco a la generación de una mitología personal propia. El primer eje temático mostraba la fascinación por la otredad y los límites de la razón; el segundo, la recurrencia a la metamorfosis y la evolución física del ser humano; el tercero, la visión de la mujer como un ser próximo a la animalidad y portador de todos los males; y el cuarto, la presencia cotidiana de la violencia, el dolor y la nostalgia de la muerte. La propuesta aportaba un nuevo nombre al histórico expositivo en torno a la Neue Sachlichkeit o a Der Blaue Raiter trabajados anteriormente en el IVAM. Estas aportaciones se sintetizaban en un catálogo con obra expuesta y textos de Antonia Hoerschelmann, Jaime Siles, Peter Assmann, Annegrete Hoberg y José Miguel Cortés.