Cardiograma. Lola Lasurt
La exposición Cardiograma de Lola Lasurt plantea una serie de reflexiones sobre los pasados recientes a través de una escultura de mujer, de nombre «democracia», y dos series de imágenes proyectadas sobre planchas de zinc o pintadas por la autora, dispuestas en cada uno de los pisos de la sala.
La artista, a modo de una historiadora amateur, recompone una serie de elementos para elaborar un relato con múltiples sentidos. La historia tiene dos comienzos: uno de ellos parte de una visita al Museo del Gremi Artesà de Fallers de València en la Ciutat Fallera y el encuentro con ese posible ninot indultado de año incierto, ¿principios de los años ochenta?, llamado «democracia», realizado por José Azpeitia. Se trata de una mujer joven, desnuda y tumbada boca arriba, con los ojos cerrados y de tamaño natural. La pátina de pintura oscura que cubre la pieza, realizada con fibra de vidrio, imita el acabado en bronce de las esculturas funerarias. Su aspecto parece indicar que está muerta, pero la placidez de su rostro nos invita a creer que quizás pueda estar dormida. Para la exposición la artista ha colaborado con la escuela del Grau Superior de Formació Professional d’Artista Faller i Construcció d’Escenografies situada en la misma Ciutat Fallera. Los estudiantes han construido un cojín de vareta, a modo de soporte, que acoge, protege y cuida la figura de la «democracia».
En el friso que la rodea, una serie de imágenes de archivos familiares cedidas por L’Arxiu Fílmic de l’Institut Valencià de Cultura, se proyectan sobre planchas de zinc. Las imágenes muestran disparás, mascletás, cordás, santantonás, etc., grabaciones realizadas entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado. Representan un tiempo aún no digitalizado, con imágenes analógicas que a su vez muestran un fuego primitivo, hecho con pirotecnias de técnicas antiguas. La artista ha editado estas imágenes a modo de partitura atonal, provocando un ritmo de hogueras y disparos que las planchas de zinc volverán a activar.
Otro comienzo de esta historia se desarrolla en el piso superior. Mediante un friso en color de pintura al óleo, la artista representará miméticamente, fotograma a fotograma, un vídeo que circula por la red que documenta una exhibición pirotécnica que tuvo la suerte de presenciar, y que recuperaba disparos antiguos como el Castell de Pals y las bengalas romanas en la Plaza de la Virgen de València durante la Gran Feria de Juliol de 2017. Este friso se refiere también a las teorías vinculadas a la música atonal que en este caso atienden al timbre del color.
El título de la exposición, Cardiograma, remite a la idea de diagnóstico del estado del sistema personificado en esa escultura atemporal de la «democracia», conservada junto a los ninots indultados por el gremio fallero. A la vez también podemos entender las mismas fiestas de las Fallas como un ejercicio de diagnóstico colectivo que anualmente responde a la actualidad sociopolítica más inmediata, este año doblemente en suspensión por la pandemia.
En esta exposición Lola Lasurt continua sus investigaciones «a destiempo», un pensamiento en diferido que esquiva la doctrina histórica para reorganizar, desde el quehacer pictórico, otros relatos de nuestro pasado donde las imágenes, los objetos, y en este caso las fiestas populares nos hablan de un tránsito complejo. Con la artista nos preguntamos: ¿en qué punto de la democracia estamos? ¿Cuáles fueron sus objetivos iniciales? ¿Cuáles sus aspiraciones? La figura de la «democracia», envuelta por «disparos», nos habla de un mundo en retirada que la artista hace revivir y cuya imagen rebota en nuestro presente.