Elizabeth Murray

ExposiciónIVAM Centre Julio González

La exposición, fruto de un acuerdo de de colaboración entre el MoMA y el IVAM, es la primera muestra que un museo español dedica a Elizabeth Murray y reúne cincuenta obras fechadas entre 1963 y 2003, que ilustran de forma antológica todas las etapas creativas de esta pintora norteamericana. Así se incluye desde su período de reacción al minimalismo, su compromiso con el surrealismo y con el cubismo y sus viajes por la pintura de new image y el neoexpresionismo.

Con motivo de la exposición se ha publicado un catálogo que reproduce todas las obras incluidas en la muestra y contiene un ensayo sobre la obra de Elizabeth Murray de Robert Storr, profesor titular de la cátedra Rosalie Solow en Arte Moderno del Institute of Fine Arts, New York University, y comisario de la exposición.

Durante la década de los setenta, Murray realizó un repaso historiográfico sobre conceptos y teorías artísticas relacionadas con el tratamiento de las formas, del color y del volumen dentro del campo de la abstracción. Murray fusionó su estilo personal con los conocimientos y las técnicas extraídas de su investigación sobre las tensiones dinámicas relacionadas con las configuraciones geométricas de Malevich, el uso rítmico del color en las figuras geométricas de Mondrian, el peso y la textura de las superficies derivadas de Cézanne, el vuelo de los planos de color como herramienta para producir la vibración del mismo y motivar la lectura de ciertas formas y superficies como figuras y campos, extraídas directamente de Matisse, y la asociación prioritaria de las formas a determinados colores promulgada por Kandinsky.

Durante los ochenta dio un nuevo paso, utilizando motivos figurativos, los desintegraba en un archipiélago de “cuadros-islas” que entraban en conflicto con la pared en donde se ubicaban, a la vez que consolidaba estos motivos como elementos unificadores. Posteriormente, Murray avanzó creando murales-relieves basados en un puzzle de objetos domésticos y de uso diario como símbolos de la fragilidad psicológica en la que estamos envueltos, asociándolos a determinados colores y utilizando un lenguaje que parte del cómic, pero que se manifiesta de forma más elemental perdiendo así su percepción narrativa.