Un proyecto de Claudia Dyboski
El eco es un fenómeno acústico producido cuando una onda se refleja en una superficie y regresa hacia su emisor. Podría decirse que este reflejo o reflexión es semejante al que producen las ondas de la luz en los espejos, pero con ondas sonoras o electromagnéticas. La ecolocalización es una estrategia lógica en el océano, donde el sonido viaja cinco veces más rápido que por el aire. Los delfines y otros odontocetos, como la beluga, ecolocalizan mediante un órgano especializado llamado bursas dorsales, situado en la parte superior de la cabeza, cerca del espiráculo.
El ecosistema es el conjunto de especies de un área determinada que interactúan entre ellas y con su ambiente abiótico; mediante procesos como la depredación, el parasitismo, la competencia y la simbiosis, y con su ambiente al desintegrarse y volver a ser parte del ciclo de energía y de nutrientes.
Del italiano antiguo ecco (“he aquí”).
Ecco se refiere a una combinación de todos estos términos: es el lugar donde se encuentran los mundos, donde los organismos se descubren, se tantean, se familiarizan. Ecco es un lenguaje, un reflejo que atraviesa ambos lados del líquido; es nacimiento de vida nueva. Ecco representa a todas las criaturas que cantan al unísono y a todas aquellas que forcejean. Es el centro, allá donde la vida es todavía inexperta y las criaturas se relacionan con torpeza.
Allí juega un Dios recién nacido con pequeñas piezas de vida. El lugar, entramado de estructuras circulares que se despliegan desde el centro, es su patio del recreo. El Cachorro desconoce el poder que alberga; carece de recuerdos, no concibe el tiempo. Desconoce a las criaturas, pero es el padre de las criaturas. Desconoce el lenguaje, pero es el padre del lenguaje. De su boca nace la lengua de los hocicos, de los balbuceos, de los bocados. De pronto todas las criaturas se huelen, se farfullan, se muerden.
Sobre una columna cristalina, de la que emana el agua a borbotones, se sienta el Nino a jugar. La estructura se yergue sobre el centro absoluto de las cosas, sesgada por un haz de luz que procede de su interior. Es desde allí que todo se acontece: las semillas que se ramifican, las células que se multiplican, los tanteares primitivos que se vuelven pensamiento. Todo proviene de allí, de aquella pequeña criatura, de aquella columna de vidrio, de aquella fuente de agua. Todo se transforma desde allí, tocado por la luz, hacia fuera, hacia fuera, hacia fuera…