Arte y Gastronomía. La cocina de la pintura
Viva Valencia
Debemos tener presente que los cuadros de naturaleza muerta supusieron un desplazamiento del interés por la acción, puesto que propiamente en esas obras no sucede nada, a las cuestiones compositivas, aunque en un sustrato alegórico se manifieste un deseo de representar lo que propiamente escapa a toda expresión: la muerte misma. Sin duda, este género, tradicionalmente considerado menor, revela un momento de moderna toma de conciencia de lo artístico. Se trata de un arte sedentario o doméstico que repliega a la experiencia estética a la contemplación de la futilidad de los empeños humanos junto a una inequívoca sugerencia del tiempo del placer.
Desde la estética decimonónica al cubismo advertimos un replanteamiento de los modos de representación de la comida, dispuesta sobre una mesa como algo suculento pero intacto. En cierta medida, el arte contemporáneo olvida y, al mismo tiempo, recrea la cuestión del “bodegón” en derivas como la denominada “estética relacional” que viene a mostrar la urgencia de estar juntos o de construir situaciones que nos permitan articular aquella comunidad que está, desde hace tiempo, desobrada. El género de la “naturaleza muerta” no tiene necesariamente que llevarnos al desencanto o a la amarga zona del nihilismo. La representación de una mesa llena de objetos y alimentos cuidadosamente dispuestos nos recuerda que existe todavía un lugar donde se puede comer o charlar, donde acaso podamos escuchar una música hermosa o profundizar en el lujo de la amistad. El placer del arte se prolonga en el gozo inmenso que encontramos en la gastronomía: acaso comer sea tan paradójico y necesario como pintar. Dalí no siempre carecía de razón: “la pintura será comestible o no será”.
La exposición La cocina de la pintura plantea una revisión novedosa de las relaciones entre artes plásticas y gastronomía combinando arte contemporáneo y obras clásicas, dando cabida a modalidades creativas renovadoras. Cuadros, instalaciones, vídeos, fotografías, dibujos y esculturas, pertenecientes a las colecciones del IVAM, junto a fondos del Museo de Bellas Artes de Valencia y del Museo de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, permitirán al espectador trazar itinerarios por este dominio de placeres carnales e intelectuales, donde el “alimento” visual es tan importante como aquel que nos mantiene vivos.