Matta 1911 – 2011

ExposiciónIVAM Centre Julio González

La exposición, organizada por IVAM, Museo de Bellas Artes de Bilbao y la Sociedad Estatal de Acción Cultural, conmemora el centenario del nacimiento de Matta, una de las figuras más relevantes y controvertidas del arte del siglo XX. La muestra reúne 32 pinturas, algunas de ellas de gran formato, entre las que se incluyen un tríptico y un políptico. Matta ha sido considerado como el último gran artista del surrealismo por su relevancia en este movimiento durante su estancia en Parisy en los años de su exilio en Nueva York fue el enlace entre el surrealismo y los jóvenes artistas americanos de la Escuela de Nueva York como Robert Motherwell, Jackson Pollock, Arshile Gorky, William Baxiotes. Ejerció una influencia decisiva en el desarrollo del expresionismo abstracto americano. Precursor en las relaciones del arte, la ciencia y la naturaleza y del papel primordial del arte en el desarrollo integral del ser humano, su obra se caracteriza por su complejidad y por la infinidad de temas, motivos, formas, colores y medios configura un lenguaje artístico difícil de encajar en ningún departamento estanco de la historia del arte.

Nació en Santiago de Chile, el día 11 de noviembre de 1911, en el seno de una familia acomodada de origen vasco. Realizó sus estudios primarios con los jesuitas, en el Colegio de los Sagrados Corazones de Santiago. Más tarde cursó sus estudios universitarios en la Escuela de Arquitectura. En 1933, concluida su formación universitaria, viajó a Europa, conoció a Le Corbusier y durante algunos años trabajó en su estudio. En 1935 residió durante algún tiempo en Madrid, donde gracias a su familia entró en contacto con el mundo cultural y artístico, del que guardó siempre el recuerdo del enorme impacto que le causó Federico García Lorca. Trabajó, asimismo, en el Pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de 1936 en París. Allí conoció a artistas como Picasso –que estaba pintando el Guernica–, Miró, Magritte, o Calder.

Por medio de Dalí y gracias a la recomendación que le había dado García Lorca, conoció a André Breton, quien lo invitó a formar parte del movimiento surrealista en 1937, publicando en la revista Minotaure y participando en la famosa Exposición Internacional del Surrealismo de 1938. Durante este período conoció a prominentes artistas contemporáneos, entre los que ocupó un lugar privilegiado Marcel Duchamp, al convertirse en una decisiva influencia en su obra y en una amistad que se prolongaría a lo largo de los años. En 1939 se trasladó a Nueva York, donde sus obras, pobladas de formas biomórficas unidas a su deslumbrante personalidad y a las innovadoras ideas y técnicas de su estilo, le convirtieron en el centro de atención de los pintores de la New York School, como Robert Motherwell, Jackson Pollock, William Baziotes y Arshile Gorky, entre otros, siendo decisiva su influencia en el desarrollo del expresionismo abstracto americano y su papel de puente entre las ideas artísticas europeas y el nuevo arte americano.

En 1948, después de romper con los surrealistas, regresó a Europa y se instaló en Roma. A partir de entonces y hasta su muerte, viajó mucho y vivió entre Tarquinia (Viterbo), a 72 km de Roma, París y Londres. En 1957 el MoMA de Nueva York realizó una retrospectiva de su obra, que también fue mostrada en Minneapolis y Boston. A lo largo de su vida realizó exposiciones como la que en 1985 tuvo lugar en el Musée national d’Art moderne – Centre Georges Pompidou, de París, y su obra está representada en las colecciones de los museos más prestigiosos de todo el mundo. Fiel al compromiso social que mantuvo como artista durante toda su vida, se implicó en los movimientos sociales de su tiempo y realizó diversos viajes a Cuba. En 1970 visitó varios países árabes, manteniendo encuentros con artistas e intelectuales del lugar, y pintó también para el movimiento de liberación de Angola. En 1972, invitado por el presidente Allende, regresó a Chile, donde trabajó en murales colectivos y realizó numerosas obras en las que, más allá de describir las realidades sociales, consiguió hacer patentes las “estructuras emocionales”.

Matta continuó trabajando intensamente hasta el final de su vida, dejando un legado que abarca las más diversas disciplinas artísticas: pintura, dibujo, arquitectura o poesía; y que escapa a las categorías habituales, tratando de implicar por completo al espectador en un universo propio en el que aparecen el espacio y el tiempo, la comunicación, la revolución cósmica y la vida de los hombres sobre la tierra; sin olvidar la naturaleza poética, la transformación del inconsciente y del deseo de sus obras más tempranas. Falleció en su residencia de Tarquinia en noviembre de 2002.