Juan Genovés

ExposiciónIVAM Centre Julio González

La obra de Juan Genovés (València, 1930 – Madrid, 2020) está ligada inseparablemente a su tiempo histórico y esta gran retrospectiva reúne una selección importante de piezas realizadas entre las décadas 1950 y 1980 que lo atestiguan. Desde muy pronto, la voluntad del artista intenta conjugar sus inquietudes principales: renovar la escena artística española del momento, por un lado, y situar la función del arte y el posicionamiento personal del artista en el centro del debate sociocultural, por otro. Formó parte de colectivos significativos en el panorama español de posguerra, como Los Siete (1949), Parpalló (1956) y Hondo (1960), en el que el artista se distancia del Informalismo y desarrolla una pintura figurativa de corte expresionista y actitud provocadora.

En los años sesenta su participación en movimientos antifranquistas coincide con una crisis pictórica que resuelve poco tiempo después, no obstante, cuando comienza a desarrollar sus dos temas principales: el «personaje solo» y la «multitud». Ambos se plantean como asuntos contrapuestos pero íntimamente vinculados. Para retratar la individualidad hace uso del collage, y emplea ropa real combinada con partes del cuerpo pintadas con realismo, en especial manos o caras; para representar la multitud, toma elementos derivados del lenguaje cinematográfico, como por ejemplo polípticos a modo de planos de secuencias, que resuelve con el uso de tintas planas. De la fusión de ambos estilos surgirá con fuerza el «realismo político» que define el trabajo de Genovés.

Si hay algo que marca su trabajo de este periodo es lo explícito de su pintura, lo directo que resulta su mensaje y la ausencia de dudas políticas que lo definen. De esta época son sus obras Contra la pared (1965), Uno, dos, siete, siete (1968), Los manifestantes (1975) o el renombrado El abrazo (1976). En la década de 1980, su interés se dirige hacia al paisaje urbano deshabitado, que retrata con colores grises, azules y ocres; este periodo está marcado por los denominados «espacios de la soledad». El empleo de las perspectivas, la crudeza de sus imágenes, la presencia del individuo frente al mundo y su destino… convierten su obra en una metafísica de la realidad. Acompaña la exposición una publicación que muestra las obras representadas y que incluye textos de Teresa Posada, Eduardo Subirats y Manuel Vicent.