Fotografía de Vanguardia en Cuba

ExposiciónIVAM Centre Julio González

La presente exposición pone el énfasis en aquellos autores que en Cuba, por primera vez y de manera consciente asumieron la fotografía como medio para sus experimentaciones artísticas. El primero de ellos Joaquín Blez cuyo aporte a la historia de la fotografía y del arte cubanos está asociado a lo que hoy llamaríamos su ensayo con el desnudo femenino, ámbito donde sus trabajos, realizados en el decenio de 1920, abrieron una polémica sobre la legitimidad del desnudo artístico que facilitó el enterramiento definitivo del viejo concepto académico que lo reducía a las escenas mitológicas y a las diosas del Olimpo. Aunque en no pocas de dichas fotografías todavía apeló compositivamente a cuadros de pintores académicos, en ellas el desnudo femenino adquirió rostro real y su autor un estilo personal mediante el cual le otorgó al elemento artístico un valor no reconocido a ese medio, estrechamente asociado aún a la documentación y el testimonio. Realizadas en placa sobre gelatina que imprimió con particular cuidado y viró en atractivas tonalidades al oro y al platino, logró obtener hermosas imágenes a través de un brillante ejercicio de experimentación formal, técnica y compositiva.

Fue Joaquín Blez el que en una dialéctica relación entre la tradición y la contemporaneidad dio el primer paso en la búsqueda de la modernidad fotográfica en el arte cubano. A Blez le siguió José Manuel Acosta quien no sólo introdujo nuevas formas de hacer en el retrato y el paisaje, géneros en los que tradicionalmente se había movido la fotografía en la Isla, sino que abrió un camino de experimentación visual en el arte cubano de una contemporaneidad no vista aún en la misma época en las manifestaciones de las bellas artes nacionales. A lo largo del decenio de 1930, sus retratos, sus acercamientos a la naturaleza y al ambiente urbano fueron excepcionales. Pero sobre todo, a través de sus investigaciones con las formas creó una manera de hacer única en su momento en el arte cubano, adelantándose a muchos otros creadores en el establecimiento de códigos estéticos totalmente nuevos. En su obra sin duda, están los principales antecedentes de la fotografía moderna cubana.

Al camino abierto por ambos se unen las contribuciones de los fotógrafos que le siguieron en los años treinta y que reunidos en el Club fotográfico de Cuba fundado en 1939, aportaron una novedosa mirada a su entorno y dejaron una obra que permite establecer las principales líneas de desarrollo que siguió la fotografía cubana y de la cual son deudores muchos de los fotógrafos que les sucedieron. A partir de entonces se ponen de manifiesto las inquietudes existentes entre los fotógrafos acerca de los problemas conceptuales de la fotografía como medio creativo de expresión sujeta a la especificidad de su lenguaje. De todas maneras, en la obra de unos y otros se ponen de manifiesto muchos de los elementos que trajo consigo la vanguardia, tales como  la nueva visión de la mujer aportada por la modernidad, el reconocimiento de la diversidad racial y cultural propia, todo ello expresado mediante lenguajes que evidencian la prioridad otorgada a la experimentación formal.

En no pocos casos, las nuevas tendencias, así como los conceptos renovadores aportados por sus contemporáneos de otras regiones fueron asumidos por muchos de estos fotógrafos cuyas obras revelan niveles de actualización notables para su época. Vale señalar que mientras Blez y Acosta han venido despertando el interés de historiadores y críticos y su obra ha sido expuesta en algunas instituciones cubanas y extranjeras; los fotógrafos que a fines de los años treinta se organizaron para impulsar y defender la fotografía cubana, permanecen inexplicablemente aún ignorados dentro y fuera del territorio nacional. Esta exposición, conformada por fotografías pertenecientes a la colección de la Fototeca de Cuba, representa el primer esfuerzo por lograr el reconocimiento de la obra realizada por este conjunto de autores que lamentablemente no han disfrutado de la visibilidad que su obra merece.