Alfred Jarry
De los nabis a la Patafísica
“Notoriedad del nombre, desconocimiento de la obra”, título de la introducción del primer tomo de las obras de Alfred Jarry publicado en ‘La Pléiade’, resume los motivos para presentar desde un nuevo punto de vista y por primera vez en España la figura de Alfred Jarry y su creación más conocida: el personaje de Ubu, mito contemporáneo que encontramos no sólo en los escenarios teatrales, en las pantallas de televisión y cine, en las ilustraciones de libros de bibliófilo, sino también en pinturas, esculturas e incluso como símbolo literario de la brutalidad, la ambición y la codicia. La exposición muestra obra de los artistas con los que Jarry se relacionó como Henri de Toulouse-Lautrec, Félix Vallotton, Henri Rousseau, Charles Filiger, Emile Bernard, Pierre Bonnard, así como de otros artistas que han dedicado alguna de sus creaciones a la figura de Ubu. Entre otros, se exhiben obras de Picasso, Jean Puy, Georges Rouault, Max Ernst, Joan Miró, Victor Brauner, Eli Lotar, Zadkine, Jean Dubuffet, Roberto Matta, Savignac, E.L.T. Mesens, Marcel Mariën, Enrico Baj, Jindrich Heisler, Pierre Alechinsky, Barry Flanagan y David Hockney. El catálogo publicado con motivo de la exposición reproduce documentos inéditos sobre la génesis de Ubu roi y contiene ensayos de Jean-Paul Morel, Philippe Cathè, Brunella Eruli, Serge Fauchereau y Emmanuel Guigon.
Alfred Jarry (Laval 1873 — París 1907) estudió en el liceo de Rennes, y siendo todavía un adolescente escribió sus primeros textos literarios que recopiló en Ontogénie. En 1891, después de trasladarse a París para preparar el ingreso en l’Ecole Normale Supérieure, organizó con su amigo Leon-Paul Fargue y otros compañeros una representación de Ubu roi (“Ubú Rey”) y Ubu cocu (“Ubú Cornudo”). Por esa época, Jarry comenzó a publicar sus artículos y relatos en Art Littéraire y Mercure de France y, en colaboración con Rémy de Gourmont, fundó la revista L’Ymagier, dedicada al grabado. En 1896 apareció publicado Ubu roi en Mercure de France, cuya representación, seguida de un gran escándalo, tuvo lugar en el Théâtre de l’Oeuvre en diciembre de ese mismo año. La obra se volvería a representar en versión para marionetas en el Théâtre des Pantins en 1898. Ese mismo año redactó Gestes et opinions du Dr. Faustroll, pataphysicien, obra que no aparecería publicada hasta 1911. En ella, Jarry definía la Patafísica como “la ciencia que se añade a la metafísica, bien sea en sí misma, bien sea fuera de sí misma, y se extiende más allá de ésta, tan lejos como ésta se encuentra de la física […] La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a los lineamentos las propiedades de los objetos descritos por su virtualidad”. También la describe como la ciencia de lo particular que se interesa por las reglas que rigen las excepciones. A estas obras siguieron Les Jours et les Nuits (1898), L’Amour en visite (1898), L’Amour absolu (1899), Messaline (1901), les Almanach du Père Ubu (1899 y 1901), Le surmâle (1902), Le moutardier du pape (1907). Cuando en 1907 Jarry murió en el hospital de la Charité con treinta y cuatro años, dejó una densa obra literaria. Aunque apenas escribió sobre pintura, Jarry se apasionó por ella, incluso realizó su propias obras en este ámbito — lo que no dejó de llamar la atención de Guillaume Apollinaire, que declaró: “Es en sus dibujos y en sus grabados en madera donde el gran poeta burlesco supo dar la medida de su instinto artístico.”- De Jarry se conocen, además de los grabados de madera con los que ilustró sus publicaciones, numerosos dibujos y algunas pinturas al óleo.
Entre los artistas que suscitaron su interés hasta el punto de convertirse en amigos se encontraban Henri Rousseau, llamado el Aduanero, nacido como él en Laval; Paul Gauguin, con quien residió una temporada en la pensión Le Gloanec de Pont-Aven, donde también conoció a Charles Filiger, simbolista que se sitúa en el origen de la abstracción y al que dedicó su más largo ensayo. También mantuvo amistad con los artistas nabis Edouard Vuillard y Pierre Bonnard, así como con Félix Vallotton, que ilustraron algunas de sus obras. Tras la desaparición de Jarry fue otro grupo artístico el que tomó el relevo en la persona de Jean Puy y Georges Rouault, que ilustraron varios libros de Ambroise Vollard sobre Ubu. Los surrealistas mantuvieron una relación profunda y ambiciosa con el personaje de Ubu y le asignaron un lugar privilegiado en su iconografía. En 1923, Max Ernst pintó Ubú emperador transformado en una especie de alto horno construido con ladrillos.
Tres años más tarde, Marcel Duchamp realizó Anemic Cinema junto a Man Ray e Yves Allégret, donde Ubu aparece dando vueltas a unos discos con inscripciones en espiral que recuerdan el ombligo que adornaba el vientre de Ubu. En 1937, el grupo surrealista al completo se movilizó con motivo de la primera representación de Ubu enchaîné, dirigido por Sylvain Itkine y con decorados de Max Ernst. El folleto publicado en aquella ocasión reunía dibujos de Yves Tanguy, Miró, Magritte, Man Ray, Picasso. De este último no debe desestimarse la admiración que profesaba por Jarry, del cual poseía el manuscrito de Ubu cocu, texto que, según ciertos testigos, se sabía de memoria casi por entero y que desempeñó un papel fundamental en la génesis de su propia obra Le desir attrapé par la queue, que escribió en 1941. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial hay que subrayar la importancia del Collège de ‘Pataphysique, creado en 1948, en el estudio y la difusión de la obra de Jarry. Entre sus miembros destacan los pintores Marcel Duchamp, Man Ray, Joan Miró, Max Ernst, Jean Dubuffet, Asger Jorn, el cineasta René Clair, el matemático François Le Lionnais, el explorador Paul-Emile Victor y los poetas y dramaturgos Jacques Prévert, Raymond Queneau, Boris Vian, Michel Leiris, Georges Pérec y Jean Ferry.