Abstracción: el paradigma amerindo
La exposición trata de mostrar el grado de intervención e influencia de la estética de los indios nativos en el arte americano de finales de los años sesenta en adelante, a través de una selección de obras pertenecientes a artistas norteamericanos e hispanoamericanos que practicaron la abstracción geométrica. Esta muestra indaga el parentesco espiritual que el arte abstracto guarda con el arte arcaico y primitivo.
En 1937, tres años después de su vuelta a Uruguay, Torres-García inició un programa de reivindicación y validación de lo que definió como Tradición Constructiva de América, que arrancaba de la abstracción geométrica milenaria que nos ha llegado a través de la arquitectura, los tejidos, las joyas, la orfebrería y la cerámica de las civilizaciones precolombinas. En América septentrional, desde mediados de los años treinta hasta finales de los cuarenta, algunos artistas examinaron las culturas indígenas del continente americano en busca de una inspiración distinta a la encontrada en las culturas originarias de Europa y en las fuentes artísticas académicas y corporativas. Es el caso de Adolph Gottlieb, que viajó a Arizona y quedó cautivado por la cerámica de los indios, de Josef Albers que visitó México varias veces, admirando la arquitectura y el arte mayas, o de Louise Nevelson que fue ayudante de Diego Rivera y estudió, entre otras, la antigua arquitectura mexicana y guatemalteca.
La exposición estudia el modo en que éstos y otros artistas se relacionaron con la herencia de las culturas aborígenes americanas, así como el arte abstracto que emergió de esta fertilización híbrida a través de los principios estructurales que proporcionó la artesanía indígena: la presencia de tejidos y tapices antiguos como modelos de espacio conceptualizado, o el concepto tectónico derivado de las construcciones de cantería y lodo, propias de estas culturas ancestrales.