CONFLUÈNCIES. Intervenciones artísticas en los pueblos de la Ruta 99
Entre la calle Baja y la calle de la Iglesia, en la calle San Antonio, se ensamblan con argamasa piedras de diferentes tamaños. Más o menos del tamaño de una mano abierta o de una mano sobre otra, abiertas las dos. O pedacitos de ella, constituyendo la torre. Una torre es fundamentalmente una forma arquitectónica de vigilancia. En el tarot se asocia al caos, la catástrofe, la ruina. También al crecimiento, a la evolución. En un camino sin nombre que sale de la calle Moreral, justo detrás del ayuntamiento, al lado de estructuras para ejercitar el cuerpo y bancos para relajarlo, una nueva torre sobre una peana de piedras. Siete filas de ladrillos. Un emblema del lugar. Una reproducción es una copia de un original. Después del verano quedan solo dos hileras de barro sobre el bloque de rocas de la torre reproducida. Un Donald Judd algo más rústico de lo habitual. Han sido los chavales, decían en el pueblo. Que vienen al pueblo y lo destrozan. Pensaban que había un tesoro dentro. La destrucción no fue arbitraria o gratuita. Un tesoro es una concentración de riqueza perdida o sin usar. Este proyecto parte de este último concepto. Planteamos así tres intervenciones que se fundamentan en la idea de introducir en el pueblo una serie de tesoros a descubrir:
Calle de la Iglesia, 5 (casa de Delfina), Un tesoro, Me dices esas cosas y yo en este páramo
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Sandra Mar (Valencia, 1995) estudió Bellas Artes y el Máster de Producción Artística en la Universitat Politècnica de València, donde se especializó en cerámica. Entendiendo el barro como un lienzo, este material se acabó convirtiendo en un soporte para sus dibujos y escritos.