Soledad Sevilla
SOLEDAD SEVILLA
Valencia, (España) 1944
Tras finalizar su formación en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona en 1964 entra en contacto con Jordi Teixidor y José María Yturralde, adscribiéndose a los círculos de arte normativo y arte tecnológico que exponen en 1968 en la colectiva Antes del Arte III: Series Matemáticas en la Galería Eurocasa de Madrid. Un año más tarde celebra su primera individual en la Galería Trilce de Barcelona. Entre 1969 y 1971 participa en los Seminarios del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid Generación automática de formas plásticas, donde investiga sobre el módulo como elemento generador de formas. En la primera mitad de la década de los setenta expone regularmente en Madrid y Sevilla, sin dejar de participar en colectivas del grupo geométrico de Madrid –The Computer Art Exhibition & The European Systems Engineering Symposium (Madrid, 1971), Tendencije 5 (Zagreb, 1973), Pintores constructivistas españoles (Madrid, 1975), Forma y Medida en el Arte Español Actual (Madrid, 1977)-. En los años centrales de la década abandona sus trabajos sobre el módulo, para centrarse en el análisis de estructuras sobre el plano. En 1976 tiene lugar su primera individual en el extranjero –Galerie Ferm de Malmö-. En 1978 celebra una importante exposición en las Salas de la Dirección General de Patrimonio Artístico en Madrid.
En 1980 se traslada a Boston, donde permanece dos años. A su regreso a España inicia la serie Las Meninas, en la que mantiene su interés por la trama, la línea y el color en sus investigaciones espaciales. Aunque ya ha experimentado con el medio en Boston, en 1984 lleva a cabo su primera instalación –El poder de la tarde en la Galería Montenegro de Madrid-, práctica que, sin abandonar la pintura (La Alhambra, Los toros), mantiene al final de la década e intensifica en los años noventa: el agua, el humo o el tiempo, siempre metáforas de lo efímero, se convierten en elementos centrales de las mismas, con la luz como vehículo de construcción lírica y la línea como matriz estructurante. La serie Ruinas de 1993 marca un cambio en su producción pictórica, en la que el color comienza a dominar sobre la línea a la hora de definir campos espaciales. Tras la concesión del Premio Nacional de Artes Plásticas en 1994, el Palacio de Velázquez de Madrid acoge al año siguiente una importante retrospectiva de su obra. En 1996 se le concede el premio Alfons Roig de la Diputación de Valencia.