Libro transracional

Olga Rózanova

Obra

Olga Rózanova


Libro transracional, 1916


En la década de 1910, Rusia protagonizó un momento de máxima experimentación con los lenguajes tanto en las prácticas artísticas como literarias y escénicas. Moscú y San Petersburgo se convirtie¬ron en los centros neurálgicos en los que artistas, poetas, drama¬turgos y músicos participaban conjuntamente en la formulación de un arte de vanguardia guiados por el lema “el arte en la vida y la vida en el arte”. Los creadores se asociaron con el objetivo de difundir ese cambio de paradigma respecto a las convenciones académicas y la influencia posimpresionista francesa. A través de grupos como Unión de la Juventud o Sota de Diamantes, ambos surgidos en 1910 y en los que Olga Rózanova (Melenki, Rusia, 1886 - Moscú, Rusia, 1918) jugó un papel destacado, unieron esfuerzos y entusiasmo, organizaron exposiciones, fundaron revistas, editaron libros, etc. Estos grupos sirvieron de vehículo para la configuración de un lenguaje de vanguardia específico ruso: el cubo-futurismo, en 1913. A ello se suma la publicación de manifiestos –“Una bofe¬tada al gusto del público” (1912), firmado por David Burliuk, Alekséi Kruchónij, Velimir Jlébnikov y Vladímir Mayakovski–, las estancias de artistas en París u otras capitales europeas, como fue el caso de Mijaíl Lariónov y Natalia Goncharonva, creadores del rayonismo (1913), o los intercambios artísticos, como la visita de Filippo Tom¬maso Marinetti a San Petersburgo en 1914 y la participación de un grupo de artistas rusos, entre ellos Rózanova, en la Esposizione Libera Futurista Internazionale, celebrada en Roma ese mismo año.


En 1913 también se presentó la ópera Victoria sobre el sol, ejemplo de obra coral con música de Mijaíl Matiushin, vestuario de Kazimir Malévich y libreto escrito en lenguaje transracional (zaum) por Alekséi Kruchónij, creador de dicho estilo. Esta ópera está consi¬derada como una de las piezas que inauguran la modernidad rusa conducente a los lenguajes abstractos en vías de concreción. Las exposiciones Tranvía V (marzo de 1915) y 0.10. La última exposición futurista (diciembre de 1915) son otros dos momentos clave del reconocimiento de una verdadera vanguardia rusa, que ha roto con la tradición naturalista y ha superado la influencia cézanniana, y en las que se hacen visibles las dos corrientes que dominarán el panorama artístico de los años siguientes: el suprematismo de Malévich y el constructivismo de la mano de Vladímir Tatlin.


La obra Zaumnaya gniga ejemplifica ese momento de eclosión, ruptura y definición de lenguajes, su hibridación y convivencia (vi¬sual, textual, sonora y material). Se compone, por un lado, de una serie de poemas breves de Alekséi Kruchónij y Aliagrov (Roman Jakobson) escritos en lenguaje transracional; y por otro, de tres collages –dos en las páginas interiores y el otro para la portada, donde elabora una figura recortada de papel rojo con forma de corazón con un botón blanco en el centro– y nueve linograbados de diferentes colores realizados por Olga Rózanova. El resultado es una obra colaborativa que ha querido romper algunos principios consustanciales al libro ilustrado: huir de la idea de que las imágenes acompañan y complementan a los poemas y quebrar el principio de página, así como la adecuación del texto a su espacio mediante la sucesión de líneas horizontales, leídas de arriba abajo y de izquierda a derecha. Además, el texto no se ha compuesto mediante tipos móviles ni se ha producido mecánicamente en imprenta, sino que se ha estampado utilizando sellos de goma. Todo ello forma parte de la propuesta zaum, en cierta manera próxima a otros ejercicios visuales-textuales contemporáneos como las parole en libertà futuristas, que aboga por un realismo sin significado, por la ruptura de la relación entre signo y significado, por el vaciamien¬to de las palabras y por experimentar con su sonoridad expresiva.


En cuanto a la participación de Rózanova, los nueve linograbados refieren a figuras de la baraja de cartas, un tema que desarrolló en una serie de lienzos al mismo tiempo que componía Zaumnaya gniga. Frente a las formas simples de los tres collages, en los que apela a la materialidad y el contraste, en las estampas combina recursos cubo-futuristas (simultaneidad de planos, profusión de ángulos y líneas quebradas) con ciertas reminiscencias del imagi¬nario y la estampa popular rusa (lubok).


Rózanova es una figura central en los procesos de establecimiento de la vanguardia rusa. Además de su labor en distintos grupos, un ámbito de especial relevancia en el que trabajó fue el del libro y la edición. Diseñó abundantes portadas y con Kruchónij realizó también Te li le (1914), de marcado carácter cubo-futurista, y el álbum Voina (Guerra, 1916). Integrada en el grupo supremacista, se trasladó a Moscú en 1916 y participó de manera activa en sus acti¬vidades y publicaciones. Tras la revolución bolchevique de octubre de 1917, se involucró en la reforma de las enseñanzas artísticas trabajando desde el IZO Narkompros (Comisariado del Pueblo para la Instrucción Pública) junto con Aleksandr Ródchenko. Tras su temprano fallecimiento en 1918, fue reconocida con una muestra póstuma, en el marco de la Primera exposición estatal de arte, ese mismo año.


Bibliografía


Dadá ruso 1914-1924, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía,Madrid, 2018.


A Slap in the Face! Futurists in Russia, Estorick Collection of Modern Italian Art, Londres, 2007.


Nina Gurianova, Exploring Color. Olga Rozanova and the Early Russian Avant-garde, 1910-1918, G B Arts International, Ámsterdam, 2000.



Rocío Robles Tardío, 50 Obras maestras 1900-1950, IVAM, València, 2019, p.84.