Elevador (Serie Salto al vacío)
Ángeles Marco
Elevador, de la serie Salto al vacío, 1991
Los materiales en la escultura contemporánea no solo marcan una lectura conceptual de las obras –en el sentido de que imponen unos códigos a partir de los cuales cabe analizarlas dentro de una línea de continuidad histórica–, sino que abrazan emocionalmente la poética existente en sus formas. Esta dualidad es decisiva en algunos casos donde la forma y el material que la produce son inseparables, pues confirman la existencia de la primera con la lógica presencial del segundo. La incorporación de materiales como el acero, hierro, caucho, látex, vidrio, etc., característicos de la arquitectura contemporánea y de los usos industriales que les son propios, plantea de frente la aceptación de elementos psicológicos, anímicos, relacionales…, como metáforas, o incluso alegorías, de ellos mismos, por alejada que esta vinculación pudiera parecer en algún caso. Si el uso del mármol en la escultura clásica nos ha dejado como herencia más la durabilidad de una postura efímera que la frialdad del material, las prácticas escultóricas de los últimos cien años, al menos desde los ready-mades de Duchamp, establecen una relación entre material-forma-función de una profundidad y nivel interpretativo mayores. La historia del arte es también la de la evolución en la complejidad de sus referentes sígnicos, como un reflejo inevitable en las sociedades avanzadas.
Gran parte de las obras de Ángeles Marco (Valencia, España, 1947-2008) compone un equilibrio sólido, y a la par precario, entre la resistencia de los materiales, la fragilidad del cuerpo que los recorre, los transforma o a los que se enfrenta, y la lógica derivada de esta tensión irrefrenable, reflejada en los títulos de algunas series. En tránsito, Salto al vacío, Autopista, Compactos, Escalera, Escalera mecánica, Puente, Péndulo del mundo, etc., son ejemplos de títulos donde las referencias surgen de elementos arquitectónicos entendidos como el constructo de un mundo sólido que transforma lo natural y lo convierte en cultura. El producto cultural resultante genera una incomodidad que desaparece, no obstante, con la asunción de un mundo que no será nunca complaciente. El empleo de los materiales parece reivindicar también una distancia con sus funciones esenciales, pero una total afinidad con la sensación que genera en quien observa las piezas e instalaciones que, en la escultura contemporánea, supone una nueva y total funcionalidad. En obras como Obertura, Memoria del tránsito, Camuflaje, Pasadizo de pared o Envés, todas ellas realizadas entre 1988 y 1989, el caucho negro o las telas gris o verde militar, junto con el hierro, consiguen resultados de gran poder comunicador, por más que su mensaje se esfuerce en crear barreras, en generar discontinuidades entre la expresión de los materiales y la mirada y el cuerpo de quien las observa. Son obras que niegan la frialdad porque la dureza lo impide. Triunfa la dificultad innata de la dureza por encima del desprecio que representa su frialdad inalcanzable.
Elevador es una escultura para ser mostrada en el espacio público y, en concreto, en la parte superior de un edificio, entre la azotea y una fachada. Está realizada en acero y simula la estructura de un ascensor, incluyendo la caja, las puertas y el mecanismo superior. Sin embargo, esta pieza no tiene movilidad, ni su función es subir o bajar. El carácter disfuncional de la máquina no hace sino reforzar la potencia escultórica de la obra, que asume su estatismo como una parte más de la arquitectura donde se ubica. En el edificio de Bïels, en Suiza, donde se mostró en 1991, la relación de materiales y formas es evidente, resultando casi una parte más del edificio. Más allá de la relación entre su forma y su función, resulta destacable su aspecto volátil, sutil dentro de su tamaño y peso, ocultando toda su estructura posterior de la mirada del público.
Además de artista, Ángeles Marco fue una reconocida docente de escultura que entendió que la práctica artística contemporánea, dentro de una sociedad cada vez más globalizada y plural, tenía que ser híbrida y contaminarse con diferentes lenguajes. Empleó fotografía y texto, realizó performances y dibujó con idéntica intención a como resolvía sus instalaciones, que no parecían apuntar a otro lugar que a la búsqueda del yo y a la dificultad que implica sentirnos, finalmente, solas o solos frente al mundo. Un vértigo que supo reflejar con materiales sólidos y una precisión exquisita.
Bibliografía
Ángeles Marco: el taller de la memoria, IVAM Centre Julio González, Valencia, 1998.
Román de la Calle, Memorias y diálogos de taller: la trayectoria escultórica de Ángeles Marco (1947-2008), Editorial Universitat Politècnica de València, Valencia, 2013.
Vértigo, IVAM Centre Julio González, Valencia, 2019.
Á. de los Ángeles, 50 Obras maestras 1950-2000, IVAM, València, 2020, p. 60.