Willem de Kooning
Willem de Kooning (Rotterdam 1904 — East Hampton 1997) es una de las figuras más celebradas del arte norteamericano del siglo XX. Su obra de los años 40 y 50 hace de él una figura clave del Expresionismo Abstracto, la generación a la que pertenecían Jackson Pollock, Barnett Newman, Clyfford Still, Franz Kline o Mark Rothko, y que logró hacer de Nueva York la nueva capital internacional del arte después de la Segunda Guerra Mundial. Influidos por el cubismo y el surrealismo, además de por el existencialismo y el psicoanálisis, estos artistas quisieron explotar las posibilidades expresivas del gesto y de la materia, experimentando con formas abiertas y dinámicas que veían capaces de sugerir el temperamento y la acción creativa propia.
La trayectoria de de Kooning, en cualquier caso, llega hasta finales de los ochenta, estando marcada por la alternancia de momentos figurativos y abstractos. Este rechazo al dogma vanguardista, que no fue, en ocasiones, bien comprendido en su tiempo, hace de él un artista sumamente influyente en nuestros días. Sus temas más frecuentes fueron la mujer y el paisaje, aunque antes de un afán de verosimilitud representacional debemos ver en esa obsesión la voluntad de captar algo sentido y real que no es exactamente visible. Sus pinturas negras de los años 40, en las que parecía licuar las formas cubistas, fueron consideradas como una imagen perfecta del dinamismo de Nueva York.
En los años 50, de Kooning pinta sus célebres mujeres, en las que acaba con la jerarquía entre fondo y figura para producir unas imágenes violentas que tienen la presencia y la monumentalidad de algunas representaciones inmemoriales de diosas, pero que también se refieren a las mujeres contemporáneas, de la diva de Hollywood a las animadoras de fútbol americano. En los años 60 y 70, de Kooning pinta maravillosos paisajes abstractos que serán muy reivindicados por los pintores internacionales de los años 80. Precisamente, en esta última década, de Kooning desarrolla un estilo tardío muy depurado, que puede compararse al de Matisse por su sencillez y serenidad, en el que predominan la luz y el color, y los espacios vacíos y meditativos.
Esta exposición retrospectiva incluye unas ochenta obras entre pinturas, esculturas y dibujos, abarcando el periodo que va de finales de los años 30 a mediados de los 80. Estas obras incluyen obras muy conocidas, como por ejemplo Seated Woman, 1940 (Philadelphia Museum of Art); Rosy-Fingered Dawn at Louse Point, 1963 y Two Figures in a Landscape, 1967 (Stedelijk Museum, Amsterdam); o The Visit, 1966-67 (Tate Gallery, Londres), además de dibujos escasamente vistos. Para ello se ha contado con la colaboración de numerosos museos internacionales y los herederos del artista. El catálogo de la exposición, co-producida con la Fundación “la Caixa”, cuenta con ensayos de Enrique Juncosa, comisario de la muestra, David Carrier y Richard Shiff.