Salvador Soria

De las integraciones a la emotividad de la razón

ExposiciónIVAM Centre Julio González

El IVAM presenta una exposición del artista Salvador Soria, galardonado con el VIII Premio de las artes plásticas de la Generalitat. La muestra selecciona más de un centenar de obras dedicadas a la investigación de este creador sobre el tema de las Integraciones. Estas expresiones plásticas – que comprenden pintura, escultura y dibujos – se entremezclan y se nutren mutuamente, animándose en una especie de progresión natural, en la que se suceden los temas.

Salvador Soria (Valencia 1915) comenzó su aprendizaje artístico en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, asistiendo a clases nocturnas de dibujo desde 1932 al mismo tiempo que trabajaba de marmolista. En 1936 estalló la Guerra Civil y, con veintiún años, partió hacia el frente sin haber realizado ninguna exposición. En 1939 se trasladó a Francia, país donde reemprendió su actividad. Residió durante un tiempo en Perpiñán hasta que en 1953 decidió volver a España con su familia. Se instaló primero en Valencia y después en Madrid donde se integró en la vida cultural de la capital, trabajando y exponiendo con las mejores galerías de la época, como Biosca y Juana Mordó; asimismo, su obra comenzó a formar parte de grandes colecciones internacionales. Durante ese periodo, se enriqueció con nuevas experiencias y fue configurando su estilo, conociendo en el camino postulados neocubistas y expresionistas, para definirse en la línea de un expresionismo realista.

En Valencia, presentó en 1954 una muestra en la Sala La Fuente, de toda la obra realizada en Francia. Entre 1957 y 1959 formó parte del Grupo Parpalló, promovido por el crítico valenciano Aguilera Cerni, que pretendía superar el retraso artístico provocado por la Guerra Civil e integrar las corrientes vanguardistas del momento en el panorama nacional e internacional. Salvador Soria también estuvo entre los creadores de la revista Arte Vivo y en 1960 colaboró en el nacimiento del Movimiento Artístico del Mediterráneo. A finales de los años cincuenta la obra de Salvador Soria, que ya había empezado a incorporar elementos matéricos, evolucionó hacia una estética cercana al informalismo.

A partir de la década de los años sesenta inició el conjunto más importante de su producción plástica. Una de las fuentes de su trabajo fueron las Integraciones, donde las superposiciones matéricas -empleando cuerdas, telas metálicas, planchas, limaduras, clavos, tuercas, etc.- contrastaban con amplios huecos que permitían integrar la obra con el muro. Más tarde, a partir de 1964, comenzó a construir objetos tridimensionales con apariencia de máquina que pusieron de relieve su faceta como escultor y a los que él mismo calificó como ejemplos de “mecánica plástica”. Estos ingenios dieron enseguida paso a las conocidas Máquinas para el Espíritu, piezas que no eran ajenas al ambiente tecnológico del momento. La inquietud de Salvador Soria le hizo también interesarse por el grabado, vinculándose al grupo L’Eixam a mediados de los años setenta. Después de pasar un tiempo en Madrid, se instaló frente al mar de Benissa (Alicante):

“Entre pintura y construcción, entretejido de la tela, revestimiento, calafate, el cuadro se marca el objetivo de reunir, juntar, y hacer que se mantengan juntos los materiales más inasociables para que de esta operación de ajuste libre, la obra, bloqueada, ceñida, ribeteada, puesta en acuerdo con sus elementos, salga reforzada, como armada para sostener la seda visible del espacio”.