Terry Winters
La obra de Terry Winters (Nueva York, 1949) está marcada por un análisis sobre la representación de formas abstractas. La experimentación pictórica del autor le llevó a construir un vocabulario propio de formas que en una primera etapa, en la década de los ochenta, estuvo repleta de imágenes orgánicas que sugerían semillas, esporas, hongos, estructuras celulares, conchas, insectos o cadenas de ADN. Estas representaciones abstractas flotaban sobre un fondo pictórico viscoso, surgiendo de la materia misma, convirtiéndose en metáforas de la transformación y de la evolución del tiempo.
Poco a poco, aparecen también en sus cuadros signos ambiguos provenientes de otros lenguajes o mundos simbólicos: representaciones científicas (abstracciones de órganos o células), caligrafías taoístas, diagramas cabalísticos, teorías fractales o la imaginería de la realidad virtual. El proceso de abstracción de estos símbolos iba dando a sus imágenes una pérdida de referencia visual específica para convertirse en hipotéticas representaciones de conceptos físicos como el orden, el caos, la gravedad o la velocidad. Winters superpone a estos elementos diversos entramados de líneas de colores que crean una imagen contradictoria de dinamismo estático. Estas imágenes, consecuencia de los pensamientos desencadenados al pintarlos, parecen hallarse en el umbral de la representación, invitando al espectador a completarlas.
La exposición retrospectiva dedicada en el Centre del Carme, fue la primera retrospectiva del artista en Europa, y recogía más de cincuenta obras pictóricas junto a una serie de dibujos inédita. Una invitación a la obra de un artista que establecía conexiones con los vocabularios de la pintura de los años ochenta, representada en la colección por artistas como Miquel Barceló o en anteriores exposiciones a pintores como Manuel Quejido.Para la muestra se editó un catálogo con documentación de la obra y un textos del artista Ronald Jones y Enrique Juncosa, curador de la propuesta.