Nacho Criado…tras la ruina
La exposición de a Nacho Criado, que ocupa la Sala Embajador Vich del Centre del Carme, está formada por tres series de obras: las piezas minimalistas realizadas entre 1966 y 1970, las Conmemoraciones y algunos de los trabajos relacionados con el motivo de La voz que clama en el desierto. La escultura ¡No te preocupes! …tras la ruina algo queda (1986), que da título a la muestra, es una pieza realizada especialmente para la ocasión en torno a la cuestión de las trampas de cazadores que amplía, escultóricamente, elementos que había desarrollado anteriormente. Se ha planteado, por tanto, una relación estructural entre distintas épocas de este artista, mostrando la continuidad de preocupaciones como es la del reduccionismo formal o la de la puesta en escena de las ideas.
El catálogo reproduce la totalidad de las obras expuestas, e incluye textos de Fernando Castro Flórez, José Jiménez y Carlos Vidal.
Nacho Criado (Mengíbar, Jaén 1943) es un artista de compleja trayectoria, que en modo alguno puede reducirse al conceptualismo, del que puede considerarse como uno de sus pioneros en España. Su producción artística comienza en un informalismo muy relacionado con el espacialismo italiano, continúa con un minimal teñido de arte povera, en el que se introduce materia orgánica y de ahí pasa a las instalaciones y las obras de land art en Cuenca, hasta llegar a su etapa más característica, la conceptual, donde también se producen obras de carácter procesual, performances, etc. Su trayectoria presenta una gran coherencia, y en su desarrollo ha empleado medios como la fotografía, el cine, la obra gráfica y la edición, las acciones, las esculturas o los ambientes que guardan relación con la poética de las instalaciones.
Desde su juventud Nacho Criado es un apasionado de la obra de Rothko y de Duchamp, a quienes ha hecho referencia en muchas de sus obras e intervenciones, y que incluyó en sus “Homenajes”, serie que inauguró con el Homenaje a Rothko en la Galería Sen de Madrid en 1970. Este homenaje fue una manifestación de la crisis del objeto artístico tradicional, una obra inaugural que se ha vinculado al arte conceptual. Después vendrían Manzoni (1973), Beuys (1974), Duchamp y ZAJ (1977), para confluir en la pieza Ellos no pueden venir esta noche, presentada en el Palacio de Cristal de Madrid en 1991, en la que había referencias a Malevich, Mondrian, Klein, Durero, Leonardo, Fidias, Duchamp. Este componente de homenaje que presentan las exposiciones de Criado precisa las referencias de sus señas de identidad.
La influencia los miembros de Zaj, Hidalgo y Marchetti, a quienes conoce en 1971, será decisiva. Esta relación se prolongaría a través de colaboraciones, sobre todo fotográficas, y de performances, con Juan Hidalgo a quien le dedicó El jinete solitario, acción típicamente ZAJ, provocadora y derivada de la experiencia de la naturaleza y del cuerpo en acción. Y con Marchetti, a quien le dedicó Dianas cazadoras y con quien celebró en 1996 una exposición conjunta en la galería A+A.
La combinación de materiales e intenciones acerca la obra de Criado, unas veces al arte povera, otras al arte ambiental, las más al arte conceptual. Es muy frecuente la presencia de elementos que remiten a la vida cotidiana: retratos familiares, objetos domésticos, etc., cuya interpretación está más cercana de una arqueología de lo humano que del punto de vista autobiográfico. Su trabajo se articula en torno a un núcleo de temas esenciales en cuyo entorno disemina objetos o acontecimientos que tienen un carácter de contrapunto. El círculo y el abatimiento, la formación de la elipse y el anamorfismo son constantes en la obra de Nacho Criado desde sus primeras piezas minimalistas hasta las Conmemoraciones de 1995-96.
Otro aspecto del que se ocupa de modo prioritario Nacho Criado es la experiencia del tiempo o la búsqueda del tiempo furtivo de transposición y transición. Partiendo de un discurso estético personal, basado en el encadenamiento de ideas, sigue un proceso creativo sujeto a reglas de mnemotecnia que se ve sometido a modificaciones temporales y a las variaciones que introduce el artista, convirtiéndolas en auténticas obras procesuales. Éstas remiten a otras anteriores produciendo en su evolución una radicalización de las imágenes.
Gran parte de la obra de Nacho Criado centra su atención en materiales como el cristal o la fisionomía cupular del espacio y sobre accidentes y procesos de tiempo. Algunas de estas piezas pueden considerarse de funcionamiento autónomo, cobrando especial importancia el carácter procesual de las mismas, como en algunas de sus obras más provocadoras en las que intervienen agentes colaboradores, como en In/digestión (1973-1976), donde las termitas devoraban un taco de revistas de arte. También en la serie de pequeñas esculturas de madera devoradas por las polillas, o en la intervención de fenómenos como la humedad y sus efectos, la actividad de los hongos en Umbra Zenobia (1991).
Desde que en 1977 realizara Quotidianum, la primera de una larga serie de performances, se ha mantenido interesado hasta la actualidad por la performance no como un género artístico determinado, sino como algo que puede ser utilizado en la difusión de ideas, una forma de asumir y sustentar con la presencia la posición que se tiene en el acto creativo. Entre sus acciones más destacadas se encuentran En tiempo furtivo (Valencia 1979), En tiempo continuo (Universidad de La Laguna 1981), Representación (para el grupo Zaj) (Madrid 1983), y Y los demás,… qué dicen? (Madrid 1994)
Entre las exposiciones que ha presentado en estos últimos años cabe mencionar: MaDe in .. que presentó en Guadalajara (México) y en Ljubljana (Eslovenia) en 1994; La mirada sedienta (Granada 1995), Brindis (Cáceres 1995), …más al Sur (Sevilla 1996), En tiempo furtivo (Santiago de Compostela, Barcelona, 1997) y Lo que queda (Madrid, 1999).