Bonsái: lo tangible y lo irreal de la naturaleza en el arte chino

ExposiciónIVAM Centre Julio González

Bonsái o Penjing como arte de la transposición de la naturaleza a un escenario conceptual, hunde sus raíces en dos corrientes filosóficas tradicionales, el Taoísmo y el budismo Zen, y nos introduce en el proceso de germinación del arte contemporáneo chino al explicarnos la relación entre la expresión espiritual y la imaginería material, base de la praxis artística oriental, por la que el artista exterioriza su conciencia y emoción. En esta materialización de lo existencial, múltiples factores -el entorno sociopolítico, las tradiciones culturales, las experiencias personales y los materiales naturales- se combinan y, superpuestos, actúan como punzantes agujas de la naturaleza y de la realidad circundante en la memoria individual y colectiva, para dar como fruto un escenario en el que el ritmo y la dramática tensión entre contrarios modelan la belleza de la obra de arte.

Lo oriental y lo occidental, lo público y lo privado, lo tangible y lo irreal, lo urbano y lo rural, lo superficial y lo espiritual, lo orgánico y lo artificial, lo moderno y lo tradicional, etc., conviven en un sutil equilibrio en la cotidianeidad de la China actual, sometida a una rápida y acelerada transformación social y económica. Como testigo de estos contrastes el artista se convierte en una fábrica de narratividad y escenificación con el objetivo de despertar la conciencia de sus coetáneos y de traspasar fronteras ideológicas en un intento no solo por interpretar los cambios sino por inducirlos e implementarlos. Los doce artistas incluidos en la exposición nos hablan de este delicado equilibrio.

Desde la tradicional y clásica contraposición entre el Ying y el Yang en la video instalación de Wang Pin hasta la colisión acaecida entre el urbanismo moderno de Shangai de Chai Yiming y el paisaje idílico de las Montañas Fu-ch’un de Kong Yi. En todos ellos, se muestra cómo las técnicas tradicionales se oponen a las temáticas novedosas y viceversa. Otro ejemplo de esta latente batalla es la Familia de los panda de Yuan Kan y el Jardín de Ji Wemyu & Zhu Weibing. En el primero, la silicona, un material no habitual en el arte tradicional, da forma a un clásico del bestiario chino; en el segundo, la tela, un elemento en principio anti-escultórico pero con personalidad propia, cobra vida y modela un laberinto con misterioso aire bucólico que dirige los pasos del espectador al jardín, centro de meditación y de recreo.

El informalismo de Zhu Lan, el expresionismo de Yang Dongbai y el delicado tratamiento de los campos cromáticos de Ding She se contraponen al aire pop de Song Kexi, los efectos visuales de Chen Qiang y las series biológicas de Cai Bing. Encontramos en todos ellos una ruptura con los códigos heredados de la tradición, aunque se nos presentan como una adaptación a los nuevos tiempos en las que el pasado ni se rechaza ni se entierra, sino que se sujeta y se adhiere a una profunda transformación.