Ben Nicholson
En la primera mitad del siglo XX, Inglaterra produjo un reducido número de artistas de verdadera importancia internacional, pero ninguno más importante que el trío compuesto por Henry Moore, Barbara Hepworth y Ben Nicholson. Estos tres artistas, por encima de todos los demás, fueron los responsables de que Inglaterra se erigiera como uno de los focos del arte moderno. Sin embargo, aunque los tres fueron ejecutantes brillantes, Nicholson fue la fuerza impulsora.
Ben Nicholson nació en 1894, fue el hijo de los pintores William y Mabel Nicholson. Criado en una familia de artistas, rechazó rotundamente el elegante pero –para él– anticuado realismo de su padre en favor de una perspectiva más vanguardista. Después de su casamiento en 1920, Nicholson y su mujer Winifred, también pintora, pasó los inviernos en Lugano y los veranos en Cumberland, dedicándose a una frenética y rápida experimentación de estilos pictóricos. En sus viajes de ida y vuelta a Inglaterra, visitaban París para ver las exposiciones más recientes. Pudieron ver de primera mano las obras de Derain, Picasso, Braque y Cézanne, así como los cuadros de los primitivos italianos. Nicholson creó gradualmente su propio lenguaje poscubista ilustrado en las naturalezas muertas, donde las formas se presentaban simplificadas dentro de un espacio sin profundidad, aplanado. La naturaleza muerta resultó tanto un vehículo para experimentar con los lenguajes pictóricos como un tema que evocaba su herencia y su entorno social.
En Londres, Nicholson fue el presidente de la sociedad de exposiciones Seven and Five y, a medida que su interés en la abstracción se incrementó, hizo que dicha sociedad se dedicara únicamente a la abstracción modernista. En 1932, después de haberse separado de Winifred Nicholson y de haber comenzado una relación con Barbara Hepworth, Nicholson dividió su tiempo entre Londres y París, donde Winifred vivía con sus tres hijos. En esta última ciudad, tomó contacto no sólo con Braque, Picasso, Brancusi y Giacometti sino también con los principales artistas que estaban dedicados a la abstracción: Mondrian, Hélion, Gabo, Herbin, Arp y Calder. Admiró de forma particular la obra de Miró y de Calder, cuyos discos se volvieron importantes elementos de su vocabulario. Mientras que al principio de los años treinta, su obra oscilaba con delicadeza entre el surrealismo y la abstracción, hacia 1934, después de hacer su primer relieve tallado, Nicholson rechazó el surrealismo en favor de la abstracción geométrica, aunque basado en una comprensión de la naturaleza muerta.
Su integración en Unit One en 1934, –en la que se congregaban los artistas de ambos campos– duró poco, y adoptó una actitud sin compromisos hacia todo arte que no fuera abstracción geométrica. Facilitó la presentación de sus colegas británicos a los artistas de París y fue una de las fuerzas que estuvo destrás de la fundación de la revista Axis, la exposición Abstract and Concrete –que tuvo lugar en 1935– y la revista Circle: International Survey of Constructive Art, publicada en 1937 para promover lo que él y sus coeditores –el arquitecto Leslie Martin y el escultor Naum Gabo– llamaron el movimiento constructivo. Los relieves blancos de Nicholson, que fueron uno de los puntos culminantes de la vanguardia de la preguerra, expresaban el sabor por el diseño limpio y la purificación. Estas obras eran manifestaciones utópicas durante un período de ansiedad política creciente, una expresión urbana muy admirada por los arquitectos y perfectamente a tono con la estética que prevalecía en los edificios inundados de luz, en los que el vidrio se convirtió en un elemento importante de la construcción. La declaración de la guerra tuvo un efecto dañino sobre el avance del modernismo, y los artistas se dispersaron buscando alejarse de los bombardeos alemanes. Aunque durante un breve período, los artistas refugiados se habían asentado en Londres, muchos continuaron sus viajes hacia el oeste, hacia Estados Unidos.
Nicholson y Hepworth, por entonces casados, se mudaron a Cornualles, y finalmente fijaron su residencia cerca de Saint Ives. Esta región tuvo un impacto inmediato sobre el arte de Nicholson. No sólo comenzó a pintar paisajes sino que la paleta de colores que empleó en sus pinturas abstractas y en sus relieves, reflejó la luz brillante y los colores tierra de la península. Después de las privaciones de los años de la guerra y del aislamiento forzado, Nicholson surgió de forma triunfante en los años cincuenta, al ganar una sucesión de premios internacionales por sus pinturas cubistas sumamente aclamadas, en las que su interés por la naturaleza muerta y el paisaje alcanzó una armonía perfecta. Si la naturaleza muerta fue su principal interés en los años cincuenta, después de mudarse a Lugano en 1958 con su tercera esposa Felicitas Vogler, el mayor énfasis lo puso en el tallado de relieves, y produjo una serie de magníficos trabajos basados no sólo en su percepción de las montañas del entorno, sino en los megalitos de Bretaña y en los edificios de la antigua Grecia. Estos intereses fueron la base de una serie de relieves tallados y pintados a mediados de los años sesenta. En 1971, Nicholson regresó a Inglaterra. Después de conocer a Angela Verren-Taunt –una joven pintora– en la casa de Leslie Martin, viajó con ella en repetidas ocasiones con el propósito de dibujar. De regreso al estudio, completó un pequeño número de relieves. Sus obras tardías muestran una libertad en las pinceladas, que antes no se encontraba en su obra y que subvierte la geometría y las líneas agudas de sus tallados de relieves. Pasó sus años finales en Londres, donde murió en 1982.
Esta exposición retrospectiva es la primera que se realiza en España desde 1987 y llega en un momento en que los artistas y los historiadores de arte están volviendo a valorar el movimiento modernista. Seleccionada por Jeremy Lewison, director de colecciones en la Tate y una autoridad mundial sobre Nicholson, presentará un abanico completo de la obra del artista, aunque el mayor énfasis se pondrá en los tres períodos clave de su arte: los años treinta, mediados de los cincuenta y mediados de los sesenta. La exposición consistirá en más de 70 cuadros, relieves y objetos que incluyen el magnífico 1951 (Festival of Britain mural), recientemente restaurado, ahora en la colección de la Tate, y pintado para el Riverside Restaurant. Nunca se ha visto antes fuera de Gran Bretaña y durante cincuenta años estuvo fuera de la mirada del público. Además de un gran grupo de obras de la colección de la Tate, la exposición incluirá préstamos de muchos museos públicos y galerías –entre ellos, Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, New York, National Gallery of Art, Washington DC, National Gallery of Canada, Ottawa, Aberdeen Museum and Art Gallery, Aberdeen, Hirshorn Museum and Sculpure Garden, Washington DC, Museum Bojimans Van Beuningen, Rotterdam, San Diego Museum of Art, San Giego, California, Southampton Art Gallery, Southampton–, del Arts Council de Inglaterra, del British Council, y de muchas colecciones particulares.