Alberto Bañuelos
La liturgia de las piedras
La exposición, patrocinada por la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, es la primera retrospectiva que un museo dedica a la obra de Alberto Bañuelos. El eje principal se centra en las obras en piedra, mármol, granito o alabastro realizadas en la últimas décadas.
La muestra reúne más de treinta piezas pertenecientes a las distintas series en que se agrupan sus esculturas, entre las que destacan la serie Qillas, con obras de gran estilización y sensualidad en busca de la esencia metafísica; Del espacio, un acercamiento escultórico al desarrollo melódico de la forma; Abrir o Cerrar, piedras en vertical que conectan totemicamente la tierra y el cielo; Paisajes, tratamientos epidérmicos del mar y de la tierra, y varios Torsos que representan el tránsito entre unas series y otras.
Con motivo de la exposición en el IVAM, el artista ha realizado ex profeso la instalación Homenaje a Robert Smithson, compuesta por 22 rocas de alabastro cortadas.
Alberto Bañuelos nace en Burgos en 1949. En 1982 esculpe su primera escultura, se trata de un torso ejecutado con una piedra de alabastro. Los torsos están presentes a lo largo de toda la trayectoria del escultor, ya que aparecen siempre que termina una etapa y se inicia otra, como una especie de marca en el sendero.
En las piezas de Bañuelos hay ecos de todos los megalitos y monolitos que se erigieron en el Neolítico y en la Edad del Bronce. Los menhires, dólmenes y túmulos de Carnac, los Millares almerienses… Todas ellas, todas las grandes y míticas piedras del pasado gravitan en la propuesta de Bañuelos. Porque todas las piedras que ha erigido el hombre desde que tenemos noticia de los primeros monumentos de este tipo obedecen a unos mismos ofrecimientos que no eran otros que homenajear a sus dioses, a sus difuntos o incluso a la realización de cualquier tipo de acto en la tierra para reclamar la atención del cielo.
A lo largo de la trayectoria del escultor hay piezas tan exquisitamente pulidas como los Torsos y las Lunas. Pero muchos de esos Torsos y esas Lunas, al igual que sus Quillas, surgen de una piedra apenas desbastada o sencillamente horadada. Y es que a lo largo de esos veinticinco años de actividad artística que ahora celebra, tras sus inicios trabajando con otros materiales más dados a las formas fluidas, Bañuelos ha ido tendiendo inexorablemente hacia la piedra. Sus piedras, además, exhiben con orgullo sus abruptas formas, que evocan deliberadamente las producidas por el metamorfismo.
2003 también es una fecha importante porque inaugura ese nuevo periodo anunciado en la trayectoria del artista, el de la deconstrucción. Es en este momento cuando al estudiar los ángulos Bañuelos se da cuenta del lenguaje nuevo que surge al realizar cortes en las piedras. Recurre a cantos rodados y los parte, los inclina, los desplaza, los rehace… “Es como reinventar la vida una y otra vez. Jacques Derrida hablaba de ello. Yo deshago las piedras y hago algo diferente con ellas. La vida es eso, establecer una nueva mirada sobre algo ya existente”, señala el artista y sigue reflexionando sobre lo que se oculta tras las cosas, sobre lo que cambia, se transforma o fluye. Hay algo de filosofía oriental en sus palabras. Su técnica es como cortar una fruta en pedazos o como abrir una puerta y dejar que aparezca su alma. Es lo mismo que sucede cuando las piedras, cerradas durante miles de años, se cortan y debajo aparecen otras formas, otros colores. “El elemento sorpresa es fundamental y yo reconozco que siempre me ha gustado jugar. El artista nunca abandona la infancia”.
La exposición no pretende tanto ser un recorrido cronológico por las obras acabadas de Alberto Bañuelos, como ser el reflejo de un camino vivo, se muestran las piezas vinculadas a su propio taller de trabajo donde las obras acabadas conviven con otras que aun son proyectos o modelos a escala- Estantería. Maquetas, s.f- que le permiten al escultor jugar, pensar, evolucionar.