Jean Hélion
La misión museística del IVAM se presenta con rigurosidad durante las primeras temporadas, complementada con exposiciones de carácter histórico, por lo general a partir de las primeras vanguardias, y aquellos proyectos de artistas de media carrera que, sobre todo en la seda del Centre del Carme, indicaban hacia dónde estaba fluyendo el arte contemporáneo. La muestra dedicada a Jean Hélion (Couterne, Francia, 1904 – París, 1987) es un magnífico ejemplo del primer tipo de exposiciones y genera una suerte de constelación junto con las dedicadas a Juan Gris, Pablo Picasso, la extensa colección de Julio González o las magníficas París, 1930, La época heroica y Vanguardia italiana de Entreguerras, todas ellas mostradas entre 1989 y 1990.
La evolución de Hélion puede considerarse característica de una época de vanguardias y cambios continuos. De la influencia de los clásicos Nicolas Poussin y Philippe de Champaigne, que descubre en el Louvre tras su llegada a París en 1921, pasa a la admiración de Cézanne y los cubistas por influencia de Joaquín Torres-García en 1927. Tras unos inicios figurativos, donde se acerca al trabajo de Maurice de Vlamink, conoce a Piet Mondrian en 1929, quien cambiará por completo su concepción del arte, y crea el grupo y la revista Art-Concret, junto a Theo van Doesbourg, Otto Carlsund y Leon Tutundjan. En 1931 se unen, entre otros, Robert Delaunay, Jean Arp o Alexander Calder y el grupo pasa a denominarse Abstraction-Création. Su trabajo va evolucionando durante la Segunda Guerra Mundial al ritmo de sus idas y venidas a los EUA. En 1940, regresa a París en plena ocupación nazi, donde es detenido y trasladado a un barco-prisión en Polonia. Consigue escapar en febrero de 1942 y vuelve a los EUA vía París, impartiendo allí conferencias y realizando programas de radio en defensa de la Francia Libre. A partir de los años sesenta, se centra de nuevo en la figuración, manteniéndose un observador atento y comprometido, por ejemplo, con los acontecimientos de Mayo del 68. Hasta su muerte en 1987, el pintor privilegia una expresión más espontánea, más gestual, y el color se libera de toda coacción. Hay a la vez gravedad y felicidad, fantasía y fidelidad a sus principios, independencia, aspectos que le señalan como uno de los grandes maestros del siglo XX y como un ciudadano comprometido.