Festival PhotOn

Pep Bonet

Exposición

Las personas transgénero han tenido menos éxito que los hombres gay y las lesbianas en la obtención de alguna forma de aceptación pública y del reconocimiento legal de sus derechos. En el Brasil hay relativamente pocos grupos activistas que abarquen toda la gama de sexualidades y géneros alternativos. Dado que en el marco de esos grupos mixtos los transexuales tienden a diferenciarse de los travestidos, se ha extendido el uso del término “GLBTT”: Gay, Lesbiana, Bisexual, Travestido y Transexual. La penosa situación política y social de las personas transgénero en el Brasil podría mejorar paulatinamente si hubiese entre ellas más médicos, abogados y otros profesionales. Sin embargo, a la discriminación que limita ya su grado de educación se suma el hecho de que la mayoría de los travestidos no parece dispuesta a hacer los sacrificios requeridos para lograr una educación superior. Esa mayoría cree al parecer que ello también entrañaría el sacrificio de los años más importantes de su vida en tanto que mujer hermosa. A diferencia de los trabajadores de sexo femenino que tienen variedad de opciones para ejercer la profesión (la calle, los clubes y prostíbulos o a través de anuncios) los travestis suelen trabajar en la calle y en burdeles de ínfima categoría, conocidos como “privés”. En ellos, su proxeneta suele ser un pequeño traficante, al que se califica como cafetão, u otra travesti o transexual a la que se denomina cafetina. La cafetina cobrará por el alquiler de la habitación en el burdel, por la comida y velará por mantener en activo al travestido. A menudo las cafetinas envían a los travestidos a otros proxenetas en São Paulo y Río de Janeiro, para que trabajen, se hormonen de forma masiva y se sometan a transformaciones físicas con la inyección de silicona, implantes mamarios y otras formas de cirugía plástica. Algunos travestidos, sobre todo los dedicados a actividades sexuales, pasan a convertirse en “bombardeiras”, expertos en la inyección de silicona industrial en los cuerpos de otras personas transgénero. La transformación de glúteos, piernas, pechos o caras, es una componente característica de la vida de muchos travestidos, pero la inyección de silicona tiene numerosos efectos negativos. El rechazo por parte del sistema inmunológico, el riesgo de que pase a la corriente sanguínea o que alcance órganos vitales, es una constante. Una vez transformados, las cafetinas brasileñas envían a sus travestidos a Europa (principalmente a Italia, Francia, Suiza, Alemania, España y Portugal) donde otra proxeneta se encargará alojarles y prostituirles hasta que logren pagar los gastos de su transformación. Una vez pagados los préstamos, que pueden ser financiados a un elevado interés, el travestido queda libre. Si, para entonces, el travestido ha conseguido evitar la drogadicción, el contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y la caída en la senda de la violencia, tiene bastantes posibilidades de regresar al Brasil con dinero suficiente para adquirir una casa y un vehículo. A menudo, durante su estancia europea envían dinero a los mismos progenitores que los rechazaron. Los clientes de los travestidos suelen ser hombres, en su mayoría casados, considerados “normales” en público y que adoptan un rol pasivo en las relaciones sexuales. Los expertos en SIDA consideran que en Brasil la prostitución transgénero es una importante vía de contagio: el travestido transmite el VIH al cliente y éste a su pareja. La mayoría de los nuevos casos brasileños de infección del VIH corresponden a parejas jóvenes, tanto gays como heterosexuales. Además de estar expuestas a riesgos sobre la salud, las prostitutas transgénero que trabajan en la calle son víctimas constantes de la violencia de policía, clientes, transeúntes y, a veces, de proxenetas. Las agresiones a las que se ven sometidas van desde intimidación o palizas hasta torturas y disparos con armas de fuego. Algunos grupos de hombres consideran una diversión dar palizas a los travestidos o las balaceras desde vehículos en marcha. De modo semejante, algunos clientes particulares se complacen en adoptar comportamientos sádicos. En las grandes ciudades, quienes se dedican a la prostitución callejera suelen estar obligados a pagar una comisión semanal fija en concepto de proxenetismo. Pagando, el trabajador sexual adquiere el derecho a trabajar en un sector determinado cuya pertenencia al proxeneta en cuestión está reconocida. A cambio de esa comisión, se le asegura protección contra el acoso de otros proxenetas y, en principio, contra la acción policial. Las trabajadoras sexuales suelen tener un proxeneta masculino, un cafetão, y los travestis y transexuales una proxeneta femenina, la cafetina. Aunque la relación entre el trabajador sexual y el cafetão se funda esencialmente en el miedo y la intimidación, la relación con la cafetina es a menudo bastante distinta. En muchos casos, aporta un alto grado de orientación y apoyo afectivo, actuando como una madrinha (madrina) especialmente cuando los travestidos llegan a las grandes urbes de São Paulo o Río de Janeiro procedentes de regiones remotas. Los efectos conjuntos de la discriminación, las humillaciones, la carencia de educación y el alejamiento del núcleo central de la vida social imponen un enorme esfuerzo emocional a las personas transgénero de Brasil, en especial a aquellas que se ganan la vida como trabajadores sexuales. Los agudos problemas sociales de carácter estructural que afrontan los pobres en Brasil, sumados al aislamiento y la discriminación en el caso de las personas transgénero, frustran su aspiración al reconocimiento de los más elementales derechos humanos y en el campo de la ley. Las presiones para caer en la drogadicción y la delincuencia son inmensas, pero las personas transgénero son también especialmente vulnerables al contagio del SIDA y al hundimiento en el cinismo y la desesperación. Se trata de escollos que sólo se logran evitar haciendo un despliegue sobrehumano de valor y entereza. Organizaciones no gubernamentales y organismos públicos municipales, federales y estatales asesoran y asisten a las personas transgénero con programas de prevención y ayuda contra las enfermedades venéreas y el SIDA.